jueves, 15 de marzo de 2012

Poder sobre toda fuerza de Iniquidad



Rev. Rodolfo González Cruz

Durante el ministerio de nuestro Señor Jesucristo los demonios no se detuvieron, sino que atacaron la Obra de Dios.
Durante muchos años estos ataques han sido contra aquellos que han anunciado la sana doctrina. Algunos pastores y creyentes, usados por el diablo, se han levantado para estorbar y difamar la Obra de Dios. Pero no se olvide, Él nos ha dado autoridad sobre toda fuerza del maligno.
 “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.” Juan 14:12.
 En una convención, en la ciudad de Bayamo-Cuba, con el Siervo de Dios, Rev. Luis M. Ortiz, su esposa Rebeca y un gran número de pastores, se derramó la gloria de Dios. Lenguas repartidas como de fuego aparecieron en aquel lugar, visiones y apariciones sobrenaturales; Dios mostró a muchos hermanos que esta Obra se extendería por el mundo entero.
 Las visiones mostraron barcos que llegaban llenos de demonios para estorbar el plan de Dios; y en esta revelación se veía que los pastores iban avanzando por los países, conforme avanzaban aparecían delegaciones demoníacas tratando de detener el trabajo, pero no podían lograrlo porque los misioneros seguían avanzando. Lo terrible es que comenzaron a aparecer pastores, que junto con los demonios, querían detener la labor de Dios, pero la Obra seguía avanzando.
 Efesios 6:12, nos dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Durante el ministerio de nuestro Señor Jesucristo los demonios no se detuvieron, atacaron, avanzaron; pero Cristo avanzó más. Algunos pastores y creyentes se han levantado para estorbar y difamar la Obra de Dios. Eso no es nuevo, lo hicieron con Jesucristo; en aquellos tiempos los líderes religiosos dijeron de Jesús: “Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios” (Lucas 11:15).
 Jesús dijo a sus discípulos: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:15, 16). “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos” (Mateo 7:21). ¿Cómo reconocemos un verdadero Siervo de Dios? ¿Cómo conoceremos si una denominación que dice ser cristiana, es una verdadera Iglesia de Cristo? ¡Por sus frutos los conoceréis!
 Él nos da el poder del Espíritu Santo, como dice en Hebreos 6:5, Dios nos ha dado “los poderes del siglo venidero”, poderes sobrenaturales, que no tiene ningún hombre. Jesús dijo: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:17, 18). En Juan 14:12, Jesús dice a sus discípulos: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.” Iglesia de Cristo, el Señor nos ha dado autoridad para echar fuera demonios, sanar enfermos, hacer milagros, destruir fortalezas del diablo.
 Jesús dijo: “Os doy potestad” (Lucas 10:19). La única forma de conmover los pueblos y naciones es llenos del Espíritu Santo. En Hechos 19:2-6, dice que Pablo estaba en Éfeso y encontró a un grupo que no sabían nada del Espíritu Santo, y les dijo: “¿Recibisteis el Espíritu Santo? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento... Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.”
 Yo era tímido, siendo un jovencito de 16 años, comencé a orar y recibí el bautismo del Espíritu Santo, desde ese instante mi vida fue transformada totalmente, yo recibí un poder sobrenatural, tuve visiones, vi la gloria de Dios, y desde allí empecé a echar fuera demonios y a orar por los enfermos, y ellos eran sanados.
 Hace algún tiempo tomé el avión para ir a Colombia, desde el Perú, y vi un periódico que decía: “El loco de Tolú fue sanado por un joven pastor”. Era un joven de 18 años, que comenzó a orar con carga porque había visto que todos los días atravesaba la ciudad un loco. Dios le habló en sueños, visiones y por su Palabra; porque el que sana y liberta es Cristo; los brujos, hechiceros, espiritistas y curanderos dicen que sanan pero es una falsedad del diablo, una mentira; Satanás no sana, no resuelve los pleitos, contiendas, peleas, guerras, suicidios, abortos, divorcios. Porque vino “para hurtar y matar y destruir” (Juan 10:10), pero Cristo vino “para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8).
 Aquel joven comenzó a orar por esta persona durante varios días. Junto a otro jovencito menor que él, ayunaban, oraban y hacían vigilias. Un día, estando en ayuno y oración, Dios le dijo: “Levántate, hoy vas a orar por el loco de Tolú”. Entonces, fueron a la orilla del mar y allí estaba sentado aquel hombre y le comenzaron a hablar, diciendo: “Hemos venido para que Jesucristo te liberte, Él ha dicho que te va a sanar”; imponiéndole las manos, reprendieron a los principados, a las potestades satánicas, y echaron fuera a los demonios y aquel hombre que estuvo 35 años loco, en un instante quedó completamente libre, llorando le entregó su alma a Cristo y fue libre de esas cadenas terribles. Luego llegó a su casa, se bañó y le dijo a su familia: ¡Soy libre!
 Esa noticia salió en primera plana, en un periódico importante en Colombia, en la página central se encontraba la fotografía del loco de Tolú, como estaba antes y como estaba ahora, y algunos testimonios de los que le conocían. Los que son de Cristo tienen poder, para libertar, para hacer milagros en el nombre de Jesús.
 Dios está esperando que nos santifiquemos, que hagamos su voluntad y entonces Él manifestará su poder y su gloria a través de nosotros. Si eso no está ocurriendo es porque no se vive en santidad, porque no se está orando. Cristo vino a libertar a los endemoniados, a sanar a los enfermos y hasta resucitar muertos. Decídete a ser lleno del poder del Espíritu Santo de Dios

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