El Creacionismo, inspirado en la Biblia, rechaza la Teoría de la Evolución y explica el origen del universo, los animales y el hombre, basado en el Antiguo Testamento. Una corriente que, con frecuencia, se soslaya en los medios de comunicación mundanos, pero que todo cristiano debe conocer.
Existe en la actualidad considerables evidencias rigurosamente científicas que echan por tierra la Teoría de laEvolución. La importancia de la naturaleza de estas pruebas casi nunca es recogida por los medios de comunicación seculares. De hecho, raras son las ocasiones en que se presenta esta evidencia, por no decir que nunca. Como resultado, la población mundial solo conoce los argumentos en favor del evolucionismo, pero ignoran que el valor de estos es realmente endeble.
No es necesario mucho esfuerzo para demostrar que la evolución no es ciencia. Ciencia involucra observación y el uso de uno o más de nuestros cinco sentidos para obtener conocimiento sobre el mundo y ser capaces de repetir las observaciones. En rigor, una persona solo puede observar lo que existe en el presente.
Ningún científico fue testigo de la supuesta progresión evolutiva de la vida simple a la vida compleja a través de millones de años; ningún científico tampoco vivió en los tiempos en que surgió la primera formación de vida en alguno de los mares primitivos, ni para observar la gran explosión que se supone ocurrió hace 10 ó 20 billones de años, ni la formación supuesta de la tierra hace 4.5 billones de años; ningún científico estaba allí, no hubo testigo humano que viera estos sucesos mientras ocurrían.
Toda evidencia científica existe solo en el presente. Los fósiles, las plantas y los animales vivos, el mundo yel universo, existen en el presente. El promedio de las personas no sabe que los científicos tienen solo el presente y no pueden tratar directamente con el pasado.
La evolución es un sistema de creencias sobre el pasado, basadas en las palabras de hombres que no estaban allí, pero que tratan de explicar cómo se originó toda evidencia del pasado. Solo se necesita el sentido común para entender que uno no desentierra la “era de los dinosaurios”, sino que uno desentierra restos de dinosaurios muertos que existen actualmente.
La única manera segura de llegar a la conclusión correcta acerca de cualquier cosa, incluyendo el origen de la vida, depende de que se conozcan todas las cosas que se deben conocer. A menos que se conozca cada milésima de evidencia válida, nunca estaremos seguros de que algunas de sus conclusiones fueron correctas. El evolucionista nunca sabe cuál es la siguiente evidencia por descubrir, por lo tanto, esto podría cambiar sus conclusiones, y nadie sabría si alcanzó la verdad. Ningún ser humano tiene toda la evidencia porque las teorías científicas cambian constantemente. Los científicos aprenden diariamente nuevas cosas y terminan cambiando sus conclusiones.
La Palabra de Dios
La Biblia dice en el libro de Génesis que hay un relato verdadero y confiable del origen e historia antigua de la vida sobre la tierra. Un número creciente de científicos se está dando cuenta que si se toma las Santas Escrituras como base y se construye modelos de ciencia e historia sobre ella, toda la evidencia de los animales y plantas vivas, los fósiles y las culturas, concuerdan. Esto confirma que la Biblia es la Palabra de Dios y es confiable en su totalidad. Sin embargo, el mundo secular científico, por supuesto, se opone a esto porque no puede admitir la posibilidad de que exista un Creador. A la población mundial se le ha llevado a pensar que la evolución es científica y que creer en Dios es religión.
Empero, para tranquilidad de la comunidad evangélica, el creacionismo, la corriente opuesta al evolucionismo, afirma que el universo, la vida, las especies y el hombre no han llegado a existir por mecanismos naturales, sino que son la obra de un Dios Todopoderoso. El creacionismo se fundamenta en el principio científico de la causalidad y es, por tanto, una afirmación lógica y razonable.
Al respecto, el estudio de la naturaleza mediante el método científico nos proporciona un torrente inagotable de evidencias que señalan la intervención de un Creador. Vivimos en un universo compuesto de tiempo, espacio, materia y energía. La ciencia muestra que estos elementos no se originan de forma espontánea, sino que requieren necesariamente la intervención de un ser supremo.
Desde el lado opuesto y erróneo a la vez, el evolucionismo, una teoría ideada en 1859 por Charles Darwin, afirma que el universo, la vida, las especies y el hombre han llegado a existir por medio de causas naturales como explosiones, descargas eléctricas, mutaciones aleatorias o selección natural.
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad esta forma de explicar el origen de la vida se ha presentado en forma de creencia filosófica. En los últimos dos siglos se presenta bajo la forma de teorías científicas. Pero una teoría científica es, fundamentalmente, una explicación y la validez de una teoría no se juzga por el número de personas que la creen, sino por su conformidad con la evidencia observada. Las explicaciones evolucionistas apenas son narraciones de cómo la nada pudo haberse convertido en todo, solo eso.
El creacionismo, por su parte, se fundamenta en leyes y principios observados científicamente como el Principio de la Causalidad, la Leyes de la Termodinámica, La Ley de la Biogénesis, Las Leyes de Mendel, y otras muchas más.
El creacionismo afirma que todo lo que tuvo un principio, tuvo una causa. Toda creación es obra de un creador y gracias a la ciencia podemos descubrir las marcas del Creador en su obra. La ciencia, al estudiar la creación, muestra la gloria del Señor. Desde el surgimiento de la ciencia moderna, miles de científicos han expresaron su convicción de que el Universo no se ha creado a sí mismo, como lo afirma la teoría evolucionista, sino que es la obra de un Creador.
las escrituras
Se han escrito cientos de libros acerca de las pruebas de la inspiración de la Biblia y tales pruebas son muchas y muy variadas. Pero, desafortunadamente, estos libros no cuentan con la popularidad en un mundo cada vez más sordo a la Palabra de Dios. De hecho, la Biblia misma ha sido leída insuficientemente. Por eso mismo mucha gente tiende a pensar que la Santa Escritura está llena de errores y que su contenido no tiene mayor importancia para nuestro mundo moderno.
Si pocos conocen el más grandioso e influyente libro de todos los tiempos, y que contiene la más hermosa literatura y el código moral más perfecto y jamás conocido, entonces, es inútil buscar algún significado y propósito en esta tierra que habitamos.
Darwin argumentó que toda la vida eran producto de unas fuerzas naturales sin una fuerza alguna, el tiempo, el azar, y un proceso que él designó como “selección natural”. Sin embargo, el avance de la ciencia durante los últimos 30 años ha propiciado que evolucionistas de todo el mundo se diesen cuenta de que Darwin no solucionaba todos los problemas. En ese contexto, un cristiano sincero debería darle una autoridad indiscutible a la Biblia, es decir, la Biblia debería tener la última palabra en cualquier punto de nuestra vida. En la Escritura, Dios mismo dice cual fue el origen de nuestro universo, de la vida y de todo cuanto nos rodea. Si la consultamos, podremos saber qué es lo que realmente sucedió, no lo que pensamos que pudo haber sucedido sin más pruebas que datos imprecisos que consideramos como precisos.
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