Miles de personas asistieron hoy en el cementerio de Givat Shaul, el mayor de Jerusalén, al sepelio de los cuatro muertos en el tiroteo de Toulouse, marcado por los llamamientos a la fortaleza y unidad frente a los asesinatos de judíos en cualquier parte del mundo.
El sepelio, lleno de recitaciones de salmos y elogios a los muertos en hebreo y yidish, fue seguido entre lágrimas por buena parte de los asistentes, muchos de ellos israelíes de origen francés, y medio centenar de familiares y allegados a las víctimas que volaron de madrugada desde París.
Varios de los oradores lloraron al recordar el paso por una escuela talmúdica en Jerusalén del maestro-rabino Jonathan Sandler, de 30 años, o la vida arrebatada a sus dos hijos Arieh y Gabriel, de 5 y 4 años, y a Miriam Monsonego, de 7.
La ceremonia comenzó con el "Kadish", oración judía a los muertos, ante los rostros serios del ministro francés de Exteriores, Alain Juppé; los titulares de Justicia, Yaakov Neeman; Interior, Eli Yishai; y Diáspora y Diplomacia Pública, Yuli Edelstein; y los rabinos jefes sefardí, Shlomo Amar, y ashkenazí, Yona Metzger.
El presidente de la Knéset (Parlamento), Reuvén Rivlin dijo en su elogio: "En Toulouse y Jerusalén, en Nueva York y Buenos Aires, los judíos de todas las facciones se unen a nosotros con un dolor profundo en corazones y las lágrimas en los ojos. Una vez más nos encontramos frente a pequeños y silenciosos cuerpos frente a pequeñas las tumbas".
Rivlin añadió: "El pueblo judío enfrenta a animales salvajes e insaciables, los animales salvajes locos de odio, los asesinos, que no distinguen entre un colono y un izquierdista, un judío de Israel y un judío de la diáspora. Ellos son conscientes de la indisoluble unión entre todos los judíos. Ellos entienden que las divisiones entre nosotros son sólo una ilusión".
"Pero ellos también saben dónde nos duele. Reconocen nuestros valores mássagrados... pero no los vamos a dejar que prevalezcan sobre nosotros. El Estado de Israel tiene el deber de garantizar que las vidas judías puedan mantenerse en cualquier parte del mundo-".
Por su parte, el rabino Amar advirtió con la voz entrecortada por el llanto de que el "odio de Esaú a (su hermano) Jacob no cambiará enemigos del pueblo judío) y de que Dios "vengará la sangre derramada" porque el dolor de hoy no significa debilidad.También Edelstein recurrió a un personaje del Antiguo Testamento (Amalek, jefe de una tribu amalekita) para referirse a quienes quieren dañar a los judíos, que atacan al "vulnerable y desprotegido" porque "carecen de la fuerza y la valentía de enfrentarse en el campo de batalla".Yishai pidió a Francia que castigue "con la mayor dureza" a los culpables y luche contra el antisemitismo, algo que Juppé prometió hacer ante los asistentes."Combatiremos el antisemitismo en cualquier lugar de Francia. Cada vez que un judío sea insultado, atacado o herido en territorio francés, reaccionaremos. Los ataques contra judíos franceses no son sólo ataques a la comunidad judía, sino a millones de ciudadanos franceses que no pueden tolerar dicho comportamiento", dijo.El entierro se celebró en Jerusalén porque las familias de los muertos manifestaron al personal diplomático el deseo de que los restos de sus seres queridos reposasen en Jerusalén, según el Ministerio de Exteriores.Los féretros habían llegado al alba al aeropuerto de Tel Aviv.El sepelio se produjo en paralelo a las negociaciones en Francia para que se entregue el sospechoso, un presunto jihadista que dice que quería vengar muertes de palestinos y se encuentra rodeado por la Policía, según el ministro de Interior, Claude Guéant.El primer ministro palestino, Salam Fayad, criticó esta presunta justificación y condenó "en los términos más duros" el "cobarde acto terrorista" de Toulouse."Es hora de que estos criminales dejen de abusar del nombre de Palestina en sus acciones terroristas o de clamar una victoria para los derechos de los niños palestinos, que sólo aspiran a una vida decente para ellos y para todos los niños del mundo", señaló Fayad. Aurora y EFE
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