jueves, 8 de noviembre de 2012

La misionera de corazón chino

 Gladys Aylward es una misionera inglesa que tenía un ferviente amor por la China y por llevar el mensaje de salvación a esos pueblos. Su sacrificada vida, su incalculable fe y el deseo por ganarse el respeto y el cariño de los chinos, la convirtió en una de las misioneras más renombradas de la historia.
Se han escrito varias versiones de su biografía y su historia fue lanzada a las pantallas del cine teniendo en el papel protagónico a la célebre actriz Ingrid Bergman. Gladys Aylward: La aventura de una vida, es una versión que cuenta de manera sumamente íntima y detallada cada anecdótico suceso de la travesía a la China de esta pequeña mujer dueña de un corazón inmenso.
Este libro ha sido narrado por Janet & Geoff Benge, una pareja de esposos pertenecientes al grupo de escritores que brindan servicio a la misión de la editorial cristiana JUCUM.   
Gladys May Aylward nació en el seno de una familia creyente en Dios, pero ella no había tenido una experiencia personal con Jesucristo, hasta que a sus 27 años, en un culto, sintió el deseo de viajar a la China y servir a Dios. Por ello, inició sus estudios con el sueño de convertirse en misionera, pero se llevó una gran decepción al darse cuenta de que “no daba la talla”.
Gladys permaneció sentada en una silla con respaldo vertical mientras el director de la escuela preparatoria de la Sociedad Misionera al Interior de la China seguía hablando atropelladamente. Todo lo que había que decir ya estaba dicho. No podía continuar sus estudios. Quedaba expulsada del centro por haber reprobado la asignatura de Sagradas Escrituras. Su calificación no era suficiente para ser misionera.
Pese a este lamentable suceso, Gladys no se dejó derrumbar y continuó su labor como trabajadora doméstica con el fin de ahorrar suficiente dinero para comprar un boleto hacia cualquier parte de China. Ella no tenía ni la más mínima idea de lo costoso que esto era, pero poco a poco ahorró las cuarenta y siete libras esterlinas y se subió al ferrocarril con destino a Tien-tsin, al norte de China. Lo que Gladys desconocía era que se estaba librando una guerra entre Rusia y China, y su vida corría peligro. Las líneas del ferrocarril fueron interceptadas y no pudo continuar. Aun así, la osada Gladys decidió seguir sola su camino y se vio involucrada en numerosos problemas hasta terminar dentro de una gélida y sucia cárcel y ser interrogada por perversos soldados rusos.      
Al abrir la Biblia que llevaba en el corpiño, cayó una hoja de papel que alguien le dio en Londres, cuando subió al tren. La elevó a la luz mortecina que entraba por el ventanuco. Escrito en letras grandes, decía así: “No les temas, yo soy tu Dios” - Nehemías 4:14 – Gladys repitió el versículo una y otra vez hasta sentir que recuperaba fuerzas. Se recordó a sí misma que a pesar de cualquier cosa que le sucediera, Dios estaría cuidándola. 
Finalmente, los mismos soldados rusos terminaron por embarcarla rumbo a China. Pero ese no fue  el término de su sufrimiento: la misionera Aylward fue “secuestrada” por un oficial, quien tenía su pasaporte retenido, pero gracias a una joven rusa logró escapar y (…) subir a un barco con destino a Japón. Cada kilómetro que avanzaba representaba para Gladys, un kilómetro menos que la separaba de China: su más grande sueño. Cuando por fin pisó territorio de Tien-tsin, fue en busca de la señora Lawson, una anciana inglesa que la acogería en su misión. Ella no había tomado en serio que la joven Aylward fuera capaz de llegar hasta China en medio de la guerra, y se había trasladado a la bellísima cuidad de Yangcheng: a donde solo se podía acceder por un camino de mulas. Gladys arribó Yangcheng y la austera señora Lawson la recibió. Al parecer todas sus tribulaciones habían cesado, pero la novata misionera no contaba con lo difícil que sería ganarse el corazón de los ariscos chinos.       
-Nos llaman “lao-yang-kwei”, “diablos extranjeros”. Pero debemos acostumbrarnos. Acéptelo como un reto. Tenemos que encontrar un modo de alcanzar a este pueblo con el mensaje del evangelio. Dios nos ha encomendado una tarea difícil – dijo la señora Lawson, y añadió vigorosamente – pero no es imposible. Gladys se enjugó las lágrimas. No estaba segura de dar la talla para estar a la altura de aquel desafío, pero haría todo lo posible por continuar.
Cuando la señora Lawson y Gladys salían a dar un paseo por la ciudad, los nativos chinos las observaban con cierto recelo, ellos no estaban acostumbrados a ver mujeres blancas con cabellos rubios o castaños y ojos claros. Pese a ello, con el pasar del tiempo, aprendieron a respetarlas aunque aún les temían. Un día cualquiera, Gladys comentó que al viajar en mula le hubiera gustado descansar en una posada limpia y más acogedora. Inmediatamente la Sra. Lawson tuvo una magnífica idea para predicar el evangelio, sin tener que perseguir a los asustadizos chinos. 
- Convertiremos la casa en una posada – exclamó la señora Lawson.
- ¿Una posada? - repitió asombrada.
- Sí. Es la solución perfecta. No podemos hacer que la gente vaya a una iglesia pero podemos conseguir que entren en una posada. Les contaré historias bíblicas gratuitamente. A los chinos les encantan los pasatiempos. Noé, Moisés, Jesús, Pablo... les encantarán esas historias. Y tome nota de lo que digo: esas historias se contarán una y otra vez a lo largo del camino. Sólo Dios sabe cuántas personas podrán escuchar el Evangelio gracias a nuestra posada.
Con muchísimo esfuerzo Gladys, la señora Lawson y el recién converso Yang pusieron en acción su plan misionero. Pronto “La Posada de las Ocho Felicidades” se convirtió en una de las más concurridas de la zona. Gladys notó que era importante aprender el idioma si quería contar historias bíblicas a los muleros. Con la ayuda de Yang, en corto tiempo dominó el chino mandarín y hasta llegó a hablarlo mucho mejor que algunos oriundos. La señora Lawson murió tiempo después tras un penoso accidente, fue en aquel momento cuando Gladys se dio cuenta que era la única extranjera en Yangcheng y tendría que hacerse cargo de la posada.
El punto de partida para  que las personas aceptaran definitivamente a Aylward, se dio gracias al mandarín (la máxima autoridad de la ciudad) quien le delegó una gran responsabilidad. Gladys se convirtió en “la inspectora de pies” y viajaba por todos los pueblos aledaños verificando que las niñas no tuvieran los pies atados, lo cual era una antigua y cruel costumbre china.  
Finalmente el mandarín habló: - Es sumamente importante que la ligadura de pies se detenga de inmediato en este territorio. En cuanto a su religión, no tiene importancia para mí. Hable de lo que quiera. Si las mujeres se hacen cristianas, querrán que tengan sus pies desatados, como los de usted; eso será bueno. Gladys se inclinó agradecida.  
Así, Gladys siguió regando la semilla del Evangelio por muchos pueblos, y el mandarín empezó a pedir su consejo antes de tomar cualquier decisión. Incluso cuando hubo una revuelta en la cárcel, llamaron a Gladys para que solucionara el problema. Cuando ella habló, los presos dejaron de pelear y soltaron todas sus armas. Uno de los hombres la llamó “Ai-weh-deh” que significa virtuosa. Y desde ese episodio, los habitantes de Yangcheng la llamaron así. Todo iba marchando viento en popa, Gladys había adoptado a una pequeña niña a quien llamó “Nuevepeniques”, porque por ese mínimo precio la compró a una vendedora de niños, y poco a poco acogió a más de un centenar de ellos. Un día, empezaron a lanzar bombas desde el cielo: eran aviones japoneses que estaban invadiendo los pueblos chinos. La guerra duró muchos meses, los pobladores huyeron a otros pueblos en busca de refugio, los inhumanos japoneses destruyeron todo a su paso y derramaron muchísima sangre de personas inocentes, en su gran mayoría cristianos. Gladys visitaba a los refugiados, curaba heridos, consolaba a los que habían perdido a su familia, le daba cristiana sepultura a los fallecidos y acogía más y más pequeños, que habían quedado huérfanos.
-Ai-weh-deh, querida amiga, Ai-weh-deh – dijo – He visto cómo eres y todo lo que haces y me gustaría ser cristiano como tú.
Un suspiro de asombro surgió entre los huéspedes, pero Gladys no emitió sonido alguno. No podía. Estaba demasiado aturdida. En medio de la violencia y la guerra Dios había estado obrando poco a poco en el corazón del mandarín. Lágrimas de gratitud le saltaron de los ojos. Cualquier cosa que le sucediera a partir de ese momento merecía la pena, con tal de haber oído decir al mandarín que se hacía cristiano.
Después de este magno acontecimiento, el mandarín huyó del pueblo, porque corría peligro de morir. Así también, la misionera inglesa era buscada por los japoneses, quienes habían recibido una copia del artículo de la revista Time, que narraba la honorable labor que Ai-weh-deh estaba realizando en medio de la guerra. Los japoneses ofrecían un alto precio por su cabeza, y ella debía huir y proteger a sus doscientos hijos adoptivos. Así, Gladys dejó atrás a su amado pueblo y se encaminó hacia Sian, donde había un orfanato que acogería a los niños. Era sumamente peligroso seguir esa ruta, porque había soldados japoneses por todos los alrededores, pero Ai-weh-deh confiaba en que Dios los protegería. Él nunca la había defraudado. No llegaron a Sian pero lograron arribar a la ciudad de Fugeng y Gladys dejó a sus amados niños en un orfanato. Su estado de salud era delicado y pronto cayó en estado de coma. Después de su recuperación, Aylward siguió predicando y miles de personas entregaron su vida a Cristo en medio del comunismo, que había obtenido un mayor control político como consecuencia de la guerra entre Japón y China. Muchos jóvenes cristianos fueron amenazados en las universidades, pese a esto, no se dejaron amedrentar. 
Gladys se cubrió el rostro. Lo único que pudo hacer fue elevar la misma plegaria que la señora Lawson le enseñara cuando vio su propio nombre escrito en el aviso de Yangcheng ofreciendo recompensa a quien diera con su paradero. “Si he de morir, no tema yo a la muerte, mas tenga ésta sentido, oh Dios, cuando llegue mi hora”.
Aunque deseaba huir de aquel terrible escenario, Gladys permaneció en la plaza mientras se preguntaba a los doscientos estudiantes si apoyaban al régimen comunista. Aun cuando sabían que sólo les separaba un instante de una muerte segura, ninguno de ellos declaró que apoyaba a los comunistas. Todos ellos fueron decapitados.
Al poco tiempo, Gladys regresó a su país natal, habían pasado 17 largos años y Ai-weh-deh se había convertido en un memorable personaje, gracias al artículo de la revista Time, que había sido leído por millones de personas alrededor del mundo. Gladys pudo al fin reunirse con su familia y compartir con ellos cada una de sus increíbles aventuras en la lejana China. Al poco tiempo viajó a Formosa, un pueblo chino en donde pasó sus últimos días. Cada segundo que Dios le dio de vida, la valiente y carismática Gladys lo dedicó a servir a Dios y su prójimo. Aylward falleció el día de Año Nuevo de 1970, cuando contaba sesenta y siete años: más de un millar de personas fueron a darle el último adiós a la misionera inglesa pero de corazón chino.

Fuente: Impacto Evangelistico

Siempre




Siempre habrá momentos difíciles y días complicados en nuestra vida.
Nos da la impresión de que ciertas cosas simplemente no estaban destinadas a pasar y que algunos proyectos simplemente no estaban destinados a funcionar.
Siempre enfrentaremos decepciones, pero también recibiremos muchas bendiciones especiales.
Todo lo que se nos pide es que nos elevemos por encima de nuestros infortunios.
Deja que Dios te muestre nuevas maneras de encarar viejos problemas.
Deja que te ofrezca nuevos descubrimientos.
Deja que los días desplieguen ante ti nuevas posibilidades que hasta entonces desconocías, nuevos sueños que nunca soñaste, y que te regale las semillas de nuevas ideas que nunca antes sembraste.
Deja que Dios modere tus convicciones y te muestre todo lo que está oculto detrás de cada escena: la profunda paz del cambio de estaciones, la majestad de lo que significa tener y ser un amigo, la alegría que se descubre al comprender que nunca es tarde para volver a empezar.
Deja que Dios brinde abundancia a tu alma y a tu corazón.
Deja que te ayude a alcanzar todo lo que deseas para ser todo lo que eres.
Se trata de una regla muy sencilla: Cuanto más das, más recibes. Y cuanto más lo hagas, más te gustará hacerlo.
Eres una persona maravillosa que merece tener una bella vida. Y si alguna vez sobreviene la dificultad, sé que puedes elevarte por encima de ella. ¡Con Dios todo es posible!
Enviado por Claudia Mason
Siempre recuerda que Él siempre se rodeara con sus cuerdas de amor. No estás es un vacio. Eres creación de Dios y Dios nunca abandona lo que el ha creado con propósito.
Y dijo Dios: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.
Genesis 6:3
Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. Exodo 12:24
El Señor reinará eternamente y para siempre. Exodo 15:18

Fuente: Renuevo de Plenitud

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Seguir nuestro ejemplo



“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes”, 1 Timoteo 4:12.
Alicia, que tiene sólo seis años y está comenzando a leer, solía ver a sus padres y a sus abuelos cuando leían la Biblia por la mañana. Un día, muy temprano, se despertó antes que todos los demás. La abuela la encontró sentada en el sofá, con la Biblia y un librito de devociones sobre la falda. Ella quería seguir el ejemplo de pasar tiempo con Dios al comienzo del día.

Timoteo, un joven pastor, enfrentaba grandes responsabilidades en la iglesia de Éfeso: capacitar a creyentes, guiar en la adoración, combatir la falsa doctrina. El apóstol Pablo, más maduro y experimentado, le dio instrucciones sobre cómo liderar a la iglesia en estas áreas, pero también mencionó la importancia de la conducta personal. Dijo: «Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (1 Timoteo 4:12).

Pablo desafió a Timoteo con estas palabras: «Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina» (v. 16). Si prestaba atención a su vida espiritual y mantenía una doctrina sólida, sería un buen ejemplo para la familia de la iglesia.

Todos tenemos personas que nos observan. Aun la pequeña Alicia tiene hermanos menores que se fijan en lo que ella hace. Vivamos la vida de tal manera que aquellos que sigan nuestro ejemplo ayuden a otros en su andar con Dios.

Fuente: Impacto Evángelistico

martes, 6 de noviembre de 2012

¿Por qué no confías?

 Un joven muchacho estaba a punto de graduarse de preparatoria, hacia muchos meses que admiraba un hermoso auto deportivo en una agencia de autos, sabiendo que su padre podría comprárselo le dijo que ese auto era todo lo que quería. Conforme se acercaba el día de Graduación, el joven esperaba por ver alguna señal de que su padre hubiese comprado el auto. Finalmente, en la mañana del día de Graduación, su padre le llamó a que fuera a su privado. Le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba. El padre tenia en sus manos una hermosa caja de regalo.
Curioso y de algún modo decepcionado, el joven abrió la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia de cubiertas de piel y con su nombre escrito con letras de oro. Enojado le grito a su padre diciendo: "con todo el dinero que tienes, y lo único que me das es esta Biblia" y salió de la casa.

Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenia una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre que ya era anciano estaba muy enfermo, pensó en visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su Graduación. Antes que pudiera partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto, y le había heredado todas sus posesiones, por lo cual necesitaba urgentemente ir a la casa de su padre para arreglar todos los tramites de inmediato.

Cuando llego a la casa de su padre, una tristeza y arrepentimiento llenó su corazón de pronto. Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenia y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lagrimas, la abrió y empezó a hojear sus paginas. Su padre cuidadosamente había subrayado un verso en Mateo 7:11 "Y si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquello que le pidan"

Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia. Tenían una tarjeta de la agencia de autos donde había visto ese auto deportivo que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha del día de su graduación y las palabras: TOTALMENTE PAGADO.
¿Cuantas veces hemos rechazado y perdido las Bendiciones de Dios porque no vienen envueltas en paquetes hermosos, como nosotros esperamos y por no abrir su palabra, la Biblia? 
 Fuente: Reflexiones para la vida.

lunes, 5 de noviembre de 2012

La Tranquilidad Interior



 Mi paz os doy… No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. – Juan 14:27.
Guarda silencio ante el Señor, y espera en él. – Salmo 37:7.
 
En el centro de un huracán existe una zona de calma y paz, un rincón de cielo azul llamada «ojo». Cuando la tempestad causa estragos en nuestra vida, “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida… y tiemblen los montes a causa de su braveza… Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:1-3, 10).
 
Una persona que estaba muy enferma y había perdido todas sus fuerzas, decía: «Para apoyarme en algo sólido no necesito tener fuerzas; me apoyo y ya. Me apoyo en el Señor, él es mi fuerza».
 
El Señor se acerca a quien no puede dormir debido a la ansiedad o a la fiebre. Está junto al que se enfrenta solo a su enfermedad, a quien fue abandonado por sus amigos, al que está sumido en el duelo y el sufrimiento. Dios siempre está ahí para amarnos, tranquilizarnos y darnos la paz, su paz. Se trata de una tranquilidad interior que ninguna circunstancia de la vida, ni nada ni nadie pueden destruir.
 
Esta paz no impide que se derramen lágrimas, pero la fe hace que la presencia de Dios sea efectiva. Él está a nuestro lado. Esta es una certeza para quien conoce el gozo del perdón de sus pecados, posee una buena conciencia y una verdadera relación con Dios. Es el ancla que resiste a todas las tempestades, el fundamento de nuestra fe. Construir sobre esta base significa confiar en Dios, buscar su comunión, leer su Palabra, orar, ser agradecido…

Fuente: Amén- Amén.

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REFLEXIONES CRISTIANAS - Un dia Dios hablo conmigo...


Con amor eterno te he amado por tanto te prolongue mi misericordia. Jeremias 31:3

sábado, 3 de noviembre de 2012

Sonrie



Sonríe… lo haces muy bien. Sonríe. Que a través de ella se caen los muros de la timidez.
Sonríe… lo haces muy bien. Que al sonreír se levanta el cálido susurro del cántico de la amistad.
Sonríe… lo haces muy bien. Cuando te lo propones se desata en ti lo especial que eres.
Sonríe… lo haces muy bien. Al sonreir llegan los hermosos colores del saludo fraternal.
Sonríe… lo haces muy bien. Al mirarte en tu propia sonrisa ves los detalles del amor en su mágico esplendor.

Sonríe… lo haces muy bien. Porque te acaricias el alma cada vez que te muestras contento.
Sonríe… lo haces muy bien. Es el reflejo de tu ser que se evidencia cuando enseñas lo mejor de tí.
Sonríe… lo haces bien. El brillo de tus ojos acompaña a tu sonrisa para explotar como estrellas brillantes en la oscuridad nocturna.
Sonríe… lo haces muy bien. Ya que al mostrar tu sonrisa se suaviza el momento del coraje que pasastes ayer.
Sonríe… lo haces muy bien. Es que tu sonrisa se proyecta hacia el cielo y perfuma el ambiente con gratos olores que suenan a libertad.
Sonríe… lo haces muy bien. Sonido de ternura que arropa los sentidos, los cuales se saborean los barriles de miel que hasta ellos llega cuando tú los dejas oír.
Sonríe… lo haces muy bien. Al hacerlo logras conquistar al mundo. Porqué ¿quién puede resistirse a tu hermosa, graciosa y dulce sonrisa?

Sonríe… lo haces muy bien. Es tu carta de presentación. Sonríe… lo haces muy bien. Ella nos deja ver al niño travieso que llevas por dentro.
Sonríe… lo haces muy bien. Dios se ha placido en regalártela por lo tanto es tuya y debes reciprocar el gesto a aquellos que a tu alrededor están.
Sonríe… lo haces muy bien. Esta te conduce a ser amigo, amado, estimado, apreciado, valorizado, esperado, invitado, distinguido, recordado. Y a disfrutar de los agradables, gustosos, placenteros, ricos, abundantes y plácidos instantes que te regala la vida.
Sonríe… lo haces muy bien. Es el paso de agradecimiento a tu Creador por dejarte vivir hoy, porque el ayer ya pasó.
Sonríe… lo haces muy bien. Es el peldaño que te sube por los tramos del deseo de vivir, de gozar, de soñar, de volver a sonreír. Es tu derecho ante la vida… tu obligación al mundo y ante ti mismo.
Y lo haces muy bien…
Y los que te rodean lo necesitan también.

Annie Ortiz

La sonrisa es la demostración física de la alegría del alma.
Pondrá de nuevo risas en tu boca,y gritos de alegría en tus labios. Job 8:21
Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría,alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.Salmo 4:7
Por eso mi corazón se alegra,y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza.Salmo 16:9

Fuente: Renuevo de Plenitud