martes, 10 de abril de 2012

En el Monte Calvario



Escrito hace cien años por el americano George Bennard, el himno resume la pasión y muerte de Cristo en la cruz. Todo un sentido homenaje.


Cuando en 1902 George Bennard, un cristiano misionero de inicios del siglo veinte, atravesó por una experiencia difícil que lo hizo reflexionar sobre el significado de la cruz y, en particular, lo que el apóstol Pablo quiso decir cuando habló de entrar en la comunión del sufrimiento de Cristo, no imaginó lo que sus consideraciones alumbrarían para el mundo evangélico. Y es que, al meditar entorno a la pasión y muerte del Hijo de Dios, se convenció de que la cruz era algo más que un símbolo religioso y escribió una canción eterna y maravillosa: "En el Monte Calvario".

Bennard, nacido en 1873 en Youngstown, en el estado norteamericano de Ohio, envió al poco tiempo una copia de su melodía a Charles Gabriel, uno de los compositores de himnos cristianos más importantes en ese momento, quien de inmediato predijo que la canción sería muy popular. El canto se entonó por primera vez en una reunión especial de avivamiento en Pokagon, Michigan, el 7 de junio de 1913. Un par de años después el predicador Billy Sunday, el evangélico de mayor renombre e influencia de América durante las dos primeras décadas de la centuria pasada, la lanzó a la popularidad en su emblemático programa radial dedicado a la difusión de la Palabra de Dios.

Singular por donde se mire, el himno está íntimamente relacionado con la vida espiritual de su autor. Su búsqueda permanente del conocimiento del verbo del Señor, que nutrió con esperanza y fe sus días terrenales, lo llevó a convertirse en el epítome del buen seguidor de Cristo. Un compendio humano del cristianismo que, alguna vez, aseguró que su oda la ideó: "mientras contemplaba mentalmente la escena de la cruz. Allí me vino el tema del himno y con él la melodía. Pero no vinieron los versos. Una voz interior parecía decirme espera. Pasaron varias semanas de predicación en Michigan y Nueva York y de repente la letra vino casi sola y la anoté con facilidad".

Con cien años de victoriosa historia, "En el Monte Calvario" también enalteció a su autor quien batalló, desde muy joven, para andar firme y seguro por los caminos del Todopoderoso. Así pese a querer instruirse para conocer y difundir la Palabra de Dios a los dieciséis años, luego de perder a su progenitor, George debió hacerse cargo de la manutención de su madre y hermanas y se alejó un tanto del Altísimo. Sin embargo, las puertas del cristianismo se le abrieron cuando se unió en matrimonio con Willaminta Bennard y en 1895 fue promovido al cargo de ministro del Señor. Luego de ello desarrolló una existencia consagrada a Cristo en la que compuso alrededor de trescientos cincuenta himnos evangélicos.


El Himno

En el Monte Calvario estaba una cruz,
emblema de afrenta y dolor;
mas yo amo esa cruz donde murió mi Jesús
por salvar al más vil pecador.
¡Oh! Yo siempre amaré esa cruz,
en sus triunfos mi gloria será;
y algún día en vez de una cruz,
mi corona Jesús me dará.
Y aunque el mundo desprecie la cruz de Jesús,
para mí tiene suma atracción,
pues en ella llevó el Cordero de Dios
de mi alma la condenación.
En la cruz de Jesús donde su sangre vertió,
hermosura contemplo sin par;
pues en ella triunfante a la muerte venció,
y mi ser puede santificar.
Yo seré siempre fiel a la cruz de Jesús,
sus desprecios con Él llevaré,
y algún día feliz con los santos en luz,
 para siempre su gloria veré.

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