La Biblia dice: “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre.” Salmo 139:13.
El aborto constituye definitivamente un mal. Es suprimir una vida humana, ya que la Biblia muestra que la vida comienza con la concepción. Dios nos da forma cuando aun estamos en el vientre de nuestra madre (Salmo 139:13). El profeta Jeremías y el apóstol Pablo fueron llamados desde antes de su nacimiento (Jeremías 1:5; Gálatas 1:15). Juan el Bautista saltó en el vientre de su madre cuando se escuchó la voz de María, la madre del Señor (Lucas 1:44). Obviamente, los niños ya poseen identidad espiritual desde que están en el vientre de sus madres.
Desde el momento en que ocurre la concepción comienza un proceso de desarrollo que continúa hasta la edad adulta. Dios condenó a los israelitas que sacrificaban sus hijos al dios pagano Moloc. Esas criaturas se consumían en el fuego del sacrificio (Levítico 20:2), ofrecidos a un dios de la sensualidad y las conveniencias humanas. Lo mismo ocurre en nuestros días, y al actuar de esa manera confesamos que los seres humanos no valen nada para nosotros. Esta es una terrible mancha en nuestra sociedad.
El aborto era algo impensable para el pueblo de Dios. Por ejemplo, cuando Israel estaba en Egipto, un Faraón cruel forzó a los israelitas a matar a sus niños recién nacidos. En la Biblia se considera este incidente como el más alto exponente de la crueldad y la opresión (Éxodo 1:15-22). La idea de matar a sus propios hijos era anatema entre los hebreos. A todo lo largo del Antiguo Testamento, las mujeres soñaban con los hijos. Los hijos se consideraban un don de Dios. Las mujeres imploraban no estar estériles. ¿Cómo puede una mujer creyente destruir a su propio hijo? El aborto no solo es inconcebible, sino el máximo exponente de la barbarie pagana.
“Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.” Proverbios 6:16-19.
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