Un noble pueblerino
ENERO DE 2012
Hay pocas figuras tan polémicas como Juan Calvino. Hace unos meses, en un viaje a Francia, un grupo de protestantes visitamos una pequeña capilla calvinista al sur del país, allí una pastora calvinista nos habló de las virtudes de su denominación, mientras contemplábamos más de cuatrocientos años de tradición. Fue un momento extraordinario que aún conservo en la memoria.
Juan Calvino provenía de noble cuna. Su ciudad natal, Noyon, era una villa noble en donde algunos reyes francos, como Carlomagno habían sido consagrados.
El padre de Juan era un distinguido notario de la ciudad casado con una joven llamada Juana. El cuarto hijo de la pareja nació en el caluroso mes de julio de 1509.
La infancia de Juan debió ser sosegada y sin sobresaltos. Su madre era una mujer muy bella y dedicaba su vida a obras de caridad. Juana infundió en Juan un temor y piedad profunda en la práctica religiosa. Pero por desgracia, Juan se quedó huérfano muy pronto, lo que le marcaría de por vida. Su padre volvió a casarse y Juan tuvo dos nuevas hermanas.
La vida para una familia numerosa en aquella época no debía ser fácil. Juan era el mediano y posiblemente no recibía mucha atención de su padre.
Su educación fue esmerada. Tuvo varios tutores y acudió a la escuela privada de nobles de la ciudad. Gracias a la influencia de su padre fue nombrado capellán de la catedral con doce años . Era normal en aquel tiempo dedicar a alguno de los hijos menores al servicio de la iglesia.
Cuando llegó a la adolescencia, Juan fue enviado a estudiar a París . El deseo de su padre era que se convirtiera en sacerdote. Con catorce años se dirigió a la capital del reino. Vivió en casa de su tío y fue matriculado en el College de la Marche, para que estudiara teología. En aquel momento, corría el año 1523 y las ideas de Lutero comenzaban a circular por las aulas de París, revolucionándolo todo.
Calvino aprovechó aquellos primeros de estudios años para descubrir la gran ciudad y abrir su mente provinciana. En aquel momento, París era una de las capitales culturales de Europa y tenía mucho que ofrecer a un joven estudiante con ansias de conocimiento.
Uno de sus profesores, el sacerdote Mathurin Cordier, le ayudó a centrarse en sus estudios, especialmente con el latín.
Después de un año y medio en París, Calvino se trasladó a otra facultad, la del College de la Marche , que era conocida por su estricto enfoque moral. Allí conoció a un escocés llamado John Major, que le introduciría en las enseñanzas reformadas, cambiando su vida para siempre.
Juan Calvino provenía de noble cuna. Su ciudad natal, Noyon, era una villa noble en donde algunos reyes francos, como Carlomagno habían sido consagrados.
El padre de Juan era un distinguido notario de la ciudad casado con una joven llamada Juana. El cuarto hijo de la pareja nació en el caluroso mes de julio de 1509.
La infancia de Juan debió ser sosegada y sin sobresaltos. Su madre era una mujer muy bella y dedicaba su vida a obras de caridad. Juana infundió en Juan un temor y piedad profunda en la práctica religiosa. Pero por desgracia, Juan se quedó huérfano muy pronto, lo que le marcaría de por vida. Su padre volvió a casarse y Juan tuvo dos nuevas hermanas.
La vida para una familia numerosa en aquella época no debía ser fácil. Juan era el mediano y posiblemente no recibía mucha atención de su padre.
Su educación fue esmerada. Tuvo varios tutores y acudió a la escuela privada de nobles de la ciudad. Gracias a la influencia de su padre fue nombrado capellán de la catedral con doce años . Era normal en aquel tiempo dedicar a alguno de los hijos menores al servicio de la iglesia.
Cuando llegó a la adolescencia, Juan fue enviado a estudiar a París . El deseo de su padre era que se convirtiera en sacerdote. Con catorce años se dirigió a la capital del reino. Vivió en casa de su tío y fue matriculado en el College de la Marche, para que estudiara teología. En aquel momento, corría el año 1523 y las ideas de Lutero comenzaban a circular por las aulas de París, revolucionándolo todo.
Calvino aprovechó aquellos primeros de estudios años para descubrir la gran ciudad y abrir su mente provinciana. En aquel momento, París era una de las capitales culturales de Europa y tenía mucho que ofrecer a un joven estudiante con ansias de conocimiento.
Uno de sus profesores, el sacerdote Mathurin Cordier, le ayudó a centrarse en sus estudios, especialmente con el latín.
Después de un año y medio en París, Calvino se trasladó a otra facultad, la del College de la Marche , que era conocida por su estricto enfoque moral. Allí conoció a un escocés llamado John Major, que le introduciría en las enseñanzas reformadas, cambiando su vida para siempre.
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