“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”(RV 1960, En otra versión leemos: “El reino de los cielos se hace fuerza, y los valientes lo arrebatan”(RV 1909). “Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”, Mateo 11:7-12. El mensaje del reino de los cielos es una medicina violenta, en el Evangelio de Mateo leemos: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”(Reina-Valera 1960); en otra versión leemos: “El reino de los cielos se hace fuerza, y los valientes lo arrebatan”(Reina-Valera 1909).Es un mismo sentir estas dos versiones, una la versión del 1909 y otra la del 1960 pero ambas nos presentan un tipo de violencia que es positiva, que es contra lo negativo, contra las fuerzas del mal, contra el usurpador que ha hay en la tierra, contra el peor dictador que hay sobre el universo, que se llama Satanás, y a través de sus diferentes medios y recursos con los que él cuenta ha logrado y sigue tratando de completar su obra maligna, destruyendo día a día la humanidad. Cada vez son nuevos los inventos que el diablo hace y no hay recurso humano que pueda detenerlo. La educación es buena para darnos grandes profesionales, muy capaces en su trabajo; pero no puede dar profesionales dignos, nobles, honrados e incorruptibles. Cualquier actividad justa y noble en esta tierra puede ser desarrollada sobre principios justos, sobre principios espirituales, en los cuales rige el temor de Dios y nadie debe pensar que por mantener esos principios entonces dejará de ser un buen funcionario o un buen profesional. Lo que quiere el diablo es inculcar la corrupción que alcanza todos los estratos sociales sin respetar si tiene educación o no, si tiene aval financiero o no, si tiene riquezas o no, aun si tiene religión o no, porque tampoco es la religión la solución que la humanidad necesita. No se trata de religión, se trata de una experiencia real y personal con el Hijo de Dios, con nuestro Señor Jesucristo. ¿Cuál es el arma con el que cuenta la Iglesia? Es el “Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16); y no decimos esto por simple retórica, mucho menos por ficción, ¡no!, esto es una realidad. A través de la historia se ha comprobado que cuando un pueblo abraza la fe verdadera en el Dios Omnipotente, ese pueblo es transformado positivamente. Por ejemplo entre los siglos XVI y XIX en Europa donde naciones enteras abrazaron el Evangelio la sociedad fue transformada. En ese tiempo se cerraron losprostíbulos, porque escaseaban los clientes; se cerraron las cantinas, ya no había gente sedienta de licor; se cerraron los centros de corrupción y de depravación, no había libertinos; ahora la gente tenía otra forma de regocijarse, que no era el pecado; los jueces descansaron, los sistemas judiciales y legales entraron en un tiempo de paz y de tranquilidad; se dice que hasta los burros entendieron que había un cambio en la sociedad porque ya no eran castigados ni azotados como antes; este Evangelio es transformador, este Evangelio “es poder de Dios”. La Biblia nos dice que hubo un precursor de Jesús llamado Juan el Bautista, él tenía la misión de preparar el camino de Cristo. Mucha gente quiso poner los ojos en Juan, leemos en la Biblia: “Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego”, Lucas 3:15-16. Y cuando Juan vio a Jesús en las márgenes del río Jordán, que venía a él, lo presentó a la multitud y dijo: “He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, Juan 1:29. Juan el Bautista introdujo al Señor en la escena de Israel. La Biblia nos dice que cayó preso por mano de Herodes y estando en la cárcel mandó a dos de sus discípulos, para preguntarle a Jesús:“¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?”, Mateo 11:3. En medio de la prueba Juan se tambaleó un poquito, ahora se encontraba preso, pero quería estar seguro si Jesús era el Mesías. Recordemos que para la mente judía el Mesías era símbolo de liberación, y en ese tiempo, de la opresión de Roma; no solamente se relacionaba con lo espiritual y profético, sino también con una liberación política; pues Israel era una colonia romana en aquel tiempo y estaba subyugada por un imperio foráneo. Por lo tanto, la percepción de un judío respecto al Reino de los Cielos era una percepción combinada de muchos sentimientos y esperanzas, por eso quería estar seguro. La Biblia dice que: “Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el Evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”, Mateo 11:4-6. Tenía que cambiar su percepción y de hecho cambió. El Evangelio de Cristo no es un movimiento político, la política tiene su lugar en los esquemas humanos y todos sabemos cuál es la mejor línea. Dios nos da la facultad de mirar, observar, examinar y escoger; eso es bueno, pero tampoco la política puede resolver el problema espiritual de la humanidad, el único que puede hacer esto es el que dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, Juan 14:6. Hablando de Jesús el libro de los Hechos nos dice: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, Hechos 4:12. Por eso el Señor quiso cambiar esa percepción y le mandó el mensaje objetivo a Juan el Bautista y luego habló otras cosas ponderando el ministerio eficaz de este gran profeta de Dios. Juan el Bautista tenía unos meses de estar ministrando en Israel, pero había producido una revolución espiritual. Todos en Israel sabían que Juan el Bautista era un gran hombre de Dios, por eso Jesús habló acerca de Juan y les dice: “Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta…” (Mateo 11:9-10), le dice a la multitud que Juan era el precursor del Mesías, del ungido, lo cual le daba un privilegio inigualable porque ningún profeta se imaginó nunca tener tan grande privilegio como el que tuvo Juan. Jesús agregó de él: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista…” (Mateo 11:11). Envuelto en esta referencia ministerial de un trabajo tan eficaz y tan poderoso como el de Juan el Bautista, es que Jesús establece este pasaje: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”,Mateo 11:12. El ministerio de Juan se había iniciado unos meses atrás, realmente no era un ministerio de mucho tiempo, sin embargo, había hecho un trabajo tal que todo el mundo fue despertado espiritualmente. Dios quiera que el mensaje que se está predicando pueda despertar a miles y miles de vidas, para que sepan y entiendan que hay algo más valioso que las riquezas materiales, que hay algo mejor que lo que el mundo puede ofrecer, y es la gloria eterna con Dios. “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”, Marcos 8:36, dijo el Señor. El mensaje de Juan era un mensaje penetrante, era el mensaje que sembraba la semilla, el fundamento del Evangelio antes de que empezara a predicar Jesús de Nazaret; ¿penetrante por qué? Porque cuando se dirigía a las multitudes, cuando hablaba a la gente en el desierto, les decía: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, Mateo 3:2. “Al ver él muchos de los fariseos y de los saduceos, venían a su bautismo, les decía: “¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues frutos dignos de arrepentimiento”, Mateo 3:7-8; los fariseos y los saduceos eran moralistas y religiosos, sin una verdadera experiencia con Dios y a ellos Juan el Bautista les daba el mensaje. En una ocasión Juan se encontró con Herodes, y tal vez Herodes pensó que Juan iba a besar su anillo y le iba a ser una extensa reverencia, pero Juan lo miró y le dijo al rey Herodes: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano” (Marcos 6:18), en otras palabras le dijo que era un adúltero. Juan el Bautista era una persona que predicaba un mensaje poco popular, pero la multitud sedienta de Dios lo seguía, porque la gente sabe que la medicina de Dios es la que sana de verdad. La gente entiende el mensaje de Dios, sólo tiene que abrir una ventanita de fe; el racionalista no, el racionalista quiere buscarle una respuesta o una razón negativa a todo lo que sale del mensaje de Dios. Cuando le predicó a Herodes, de hecho, ese mensaje le costó la libertad, fue puesto preso y poco tiempo después fue indignamente juzgado y decapitado. Pero Juan el Bautista no perdió la batalla, como no la perdió Pablo cuando fue decapitado también, esa espada se levantó para romper cadenas, para romper el candado de un alma libre que sabía que su redentor vive y que después de salir de esta tierra hay un lugar mejor para aquellos que son fieles, porque el Señor honra a sus siervos y honra la fe de aquel que deposita su confianza en el Señor. Jesús dijo:“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”,Mateo 11:12.La palabra “el reino de los cielos” no solamente se refiere a la iglesia, más bien a todo el imperio donde Dios gobierna, acordémonos de que el reino de los cielos es presentado varias veces en la Palabra a través de parábolas, como un conglomerado donde al final tienen que ponerse unos a un lado y otros para otro lado, unos serán justificados y otros serán condenados. Por ejemplo, el reino de los cielos, dice la Escritura, es semejante a diez vírgenes: cinco vírgenes eran prudentes y cinco insensatas; cinco se prepararon porque entendieron que este es un mensaje verdadero y se entregaron a la obediencia a Dios; y cinco eran insensatas, las que no se prepararon, por lo tanto no entraron. Llegará un momento en que el Señor, no el hombre, tendrá que escoger a unos y a otros no. El reino de los cielos es toda la nómina de los que oyen y abrazan el Evangelio. Sin duda el reino de Cristo es aquel que no tiene el fundamento en este mundo. Cuando “Pilato le preguntó (a Jesús) diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole Él, dijo: Tú lo dices” (Lucas 23:3); agrega el Señor: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36); a Pilato no le interesó tanto este momento, tuvo la oportunidad, estuvo allí con el Señor, con el dador de la vida, pero no lo aprovechó. “El reino de los cielos se hace fuerza, y sólo los violentos lo arrebatan”, hay fuerza allí. La Biblia nos habla de una mujer extranjera que buscó a Jesús, leemos: “Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante Él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo Él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora” (Mateo 15:22-28). Jesús se interesó por la familia, la Biblia nos habla de la hija de Jairo que estaba agonizando pero luego murió. Jairo, un hombre importante tenía enferma también su hija, y le rogó al Señor que entrase a su casa; en el camino lo detienen a Jesús otras necesidades. Y mientras aún hablaba vienen de la casa de Jairo, diciendo: “Tu hija ha muerto”, pero Jesús le dice: “No temas, cree solamente” (Marcos 5:21-23, 35-36). Jairo un padre que necesitaba que su hija sea sanada de una terrible enfermedad, ahora se entera de su muerte, en medio de esa mala noticia Jesús le dice: “Cree solamente”. Cuando llega a la casa del principal el Señor la resucita, si Él pudo resucitar un muerto también puede levantar y curar las heridas que hay en las familias. Esta gente era violenta en la fe como aquella mujer que vio la multitud y dijo: “¿Cómo llego donde Él? No hay forma”. Pero ella dice: “¡Voy a tratar de llegar!” Y se arrastró por entre la multitud y cayó al piso con toda probabilidad. Una mujer con flujo de sangre por doce años, una mujer debilitada por la enfermedad, totalmente anémica sin duda alguna, una mujer que no tenía esperanzas porque todo lo había gastado tratando de curarse pero no había podido, sin embargo dice: “Si tocare tan solamente el borde de su vestidura, yo sé que seré sana”. Tuvo que arrastrarse porque esa mujer luchó con muchos hasta tocar el borde del manto de Jesús, en ese momento el flujo de su sangre cesó, ella se dio cuenta y Jesús también, por eso Jesús dijo: “¿Quién es el que me ha tocado?”; los discípulos le dijeron: “Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: “¿Quién es el que me ha tocado?” El Señor repitió: “Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí”. Lo que quería el Señor era que ese testimonio se hiciera público, para que no sólo hubiera sanidad, sino también salvación; por eso, cuando ella temerosa dijo: “Señor, yo fui la que te tocó, y cuando te toqué fui sana”, y el Señor le dijo: “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote” (Marcos 5:25-34; Lucas 8:43-48). Estos de quienes hemos hablado son los violentos en la fe, la Biblia dice que: “Sólo los violentos, sólo los valientes arrebatan el reino de los cielos”. Los cobardes no podrán, los pusilánimes no podrán, los temerosos no podrán, la gente que le tiene miedo a lo que diga el abuelo o qué dirá la abuela, o qué dirá el amigo o el patrón; estos no son violentos o valientes en este reino. ¿Sabe que también existen casos así? Una vez “vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas” (Mateo 8:19); estaba pensando que Jesús tenía mucho dinero, pero Jesús le dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos, mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (v.20); como diciéndole: “De lo que vienes a buscar, no hay”. Un persona vino también y le dijo: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?” (Lucas 13:23), es una pregunta que todavía retumba hoy; el Señor no le dio números, ni le dijo si o no, lo miró y le dijo: Esforzaos a entrar al reino por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán; en otro pasaje leemos:“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”, Mateo 7:13-14. Un joven rico le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates… entonces, respondiendo le dijo: Maestro, todo lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús… le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven. Sígueme, tomando tu cruz”, Marcos 10:17-21. No era tan valiente como para arrebatar el reino de Dios, ahí está la oferta del cielo; pero hay que ser violento, hay que correr y arrebatar, y caminar con ese regalo que Dios te ha dado. A sus discípulos el Señor les dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”, Lucas 9:62. También les dijo: “De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios”, Lucas 18:29; fueron palabras muy serias. El Evangelio es una medicina que a veces puede saber amarga al paladar, pero es la medicina de Dios la que cura el alma. Esos son los violentos que arrebatan el reino y se quedan con él. Como Leví, que es Mateo, cuando el Señor lo llamó, y era el jefe de los publicanos, que eran los cobradores de impuestos; imagínenselo, tal vez con una oficina rústica al lado de la calle, viendo pasar la gente, porque tenían que pagar los impuestos para Roma y cobraba algo más para quedarse con aquello, y por eso se había enriquecido, por lo tanto era una persona aborrecida por el pueblo judío. Cuando Jesús pasó por ahí, lo miró “y le dijo: Sígueme” (Lucas 5:27b). Y esa palabra fue como un taladro que se metió en el corazón de Mateo, imagínese la batalla que se ha de haber producido en él. Jesús estaba esperando una respuesta inmediata, entonces Leví no pudo resistirse, su voluntad se hizo mil pedazos, y la Biblia dice: “Y dejándolo todo, se levantó y le siguió” (Lucas 5:28). Otros violentos como “Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron”, Mateo 4:18-20. Ahí está el Señor esperando, cuando Él llama no hay disyuntiva, hay que obedecer, porque ese es el camino de la victoria; por eso Pedro y su hermano se levantaron y dejando al instante las redes le siguieron a Jesús el resto de su vida. Hermanos míos estos son ejemplos de lo que es violencia espiritual, Dios lo llama a hacer una decisión, Dios quiere que sea ahora, hágalo por usted y por su familia, como dice la Biblia: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y toda tu casa” (Hechos 16:31). ¿Quieres llevar una bendición a tu casa? Acepta a Jesucristo como tu único y suficiente Salvador. Este es el mensaje de Dios para tu vida, que es la medicina de Dios para tu vida. Te decimos que: “El reino de los cielos se hace fuerza, y sólo los valientes lo arrebatan”.
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