El hombre(no alcanza)a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. –Eclesiastés 3:11.
Cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la
recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la
palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes. – 1
Tesalonicenses 2:13.
A veces, en los raros y efímeros momentos de felicidad o abrumados por
un intenso dolor, nos sentimos ante la profundidad del misterio de la
vida. Y no sólo de la nuestra, sino también de la de las personas que
nos rodean. Ese misterio de la vida, así como el del universo entero, es
infinitamente más grande que todo lo que podemos comprender.
No se pueden resolver las preguntas más profundas sobre nosotros
mismos, sobre nuestra vida y nuestras decisiones por medio de una
ecuación matemática. A pesar de lo que repiten algunas ideologías,
anuncios publicitarios, y pese a los conocimientos científicos más
avanzados, no hay ningún método humano que pueda penetrar en el secreto
de la vida e indicar las sendas de la verdadera felicidad.
Nadie podrá jamás explicar qué es la vida, la alegría y el amor
verdaderos. Pero lo que nosotros no podemos comprender, Dios lo conoce
perfectamente. ¿Y quién puede explicárnoslo, sino sólo Dios? Él lo ha
hecho, y para aprender de él hay que creerle. Al recibir sus palabras,
tal como la Biblia las presenta, usted descubrirá poco a poco el sentido
de la vida en la tierra. Se convencerá del amor de Dios, un amor que
nos supera; y aprenderá a conocer a Jesús, no como un personaje
histórico, sino como un Salvador viviente, que nos ama y nos conduce a
Dios.
Fuente:amen-amen.net
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