Rev. Rodolfo González Cruz
Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén." Lucas 24:52, 53.
La historia de Israel encierra un importante mensaje para la Iglesia de
hoy, Dios se ha revelado a través de su trato con el pueblo escogido.
La historia sagrada enseña además grandes lecciones morales y
espirituales. En este mensaje veremos el secreto de este pueblo a través
de los hombres de Dios.
1. EL HOMBRE DE DIOS DEBE SER LLENO DEL ESPÍRITU SANTO
En el tiempo de los jueces se levantaron hombres llenos del Espíritu de
Dios que exhortaban al pueblo a buscarle. Pero una vez que moría el
juez el pueblo volvía a la decadencia espiritual; esta dejadez los llevó
muchas veces a vivir sometidos a sus opresores. Esta decadencia
espiritual vino al haber dejado la comunión con el Señor y porque ya no
había un líder que fuese una inspiración y que llamara al pueblo a la
adoración, al servicio y a la comunión con Dios.
Los jueces procedían de distintos estratos de la sociedad, y hasta hubo
entre ellos una mujer (Débora, Jueces 4:4-5:31). Estos fueron
especialmente elegidos por Dios para librar a su pueblo y fueron
investidos por el Espíritu de Dios para llevar a cabo su misión. Es
importante observar que la historia bíblica se repite de manera que
podemos asegurar lo importante que son los líderes dentro del pueblo de
Dios y con el pueblo inconverso.
Estamos llamados a llevar este Evangelio para alcanzar muchas vidas
para su gloria. Si nosotros no fuéramos a predicar cómo se convertirán.
El apóstol Pablo escribiendo a los romanos dijo: "¿Y cómo predicarán si
no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de
los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!" (Romanos
10:15).
Debemos valorar el trabajo de los grandes hombres de Dios como es el
caso del apóstol Pablo quien llegó a Asia sin programas radiales, sin
programas de televisión, sin los medios de transporte de hoy día, sin la
tecnología de hoy; pero sí con lo que realmente se necesitaba, y esa
era la llenura del Espíritu Santo, el poder de Dios.
En cada época Dios ha tratado de distintas maneras. Ahora no podemos
vivir con Moisés, ni con Elías, ni con aquellos sacerdotes y profetas
que Dios usó en otros tiempos. Tenemos que saber que el Moisés, el
Elías, el Eliseo ,y el Isaías de hoy somos nosotros.
Isaías vivió una etapa muy triste, porque veía cómo era la condición
del pueblo, entonces profundizó su comunión con Dios. Se sentía
insuficiente, incapaz de hacer algo. Es posible que en algún momento nos
sintamos de igual manera, pero lo maravilloso de esto es que Dios se
glorifica y nos usa precisamente cuando reconocemos nuestra
insuficiencia, cuando sabemos que nada podemos hacer.
Gedeón tenía mucho ejército, pero Dios sabía que se podía enaltecer y
para que no se dañara le redujo el ejército, de manera que tenía que
depender del socorro que viene de arriba (Jueces 7:1-9). No podemos
trabajar con recursos humanos. Cuando pensamos que con nuestra
experiencia, nuestro conocimiento, nuestra habilidad, etc. podemos hacer
grandes cosas; entonces Dios no es glorificado, no es alabado, y
podemos llegar a exaltar nuestra persona.
La Obra de Dios ha crecido y sigue avanzado porque Dios con su poder
maravilloso y sobrenatural ha intervenido y sigue interviniendo. Como
único podemos hacer una gran obra que pueda estremecer al mundo es
llenándonos de la gloria de Dios.
Muchos se preocupan cómo es que hacemos esta labor, cuál es el método,
pero podemos decir dónde está el secreto, pues el secreto está en el
libro de los Hechos. Hay que hacer lo que los hombres y las mujeres
realizaron, para que el Evangelio se difundiera con poder, como lo
describe el libro de los Hechos; en realidad, este libro, es un
verdadero manual de evangelización y donde se habla de la manifestación
gloriosa del poder del Espíritu Santo.
2. EL HOMBRE DE DIOS ORA SIEMPRE
La Biblia nos describe que los hombres de Dios oraban, ellos deseaban
tener una verdadera comunión con el Señor. En la nación de Israel había
hombres que mantuvieron la comunión con Dios, hombres que pagaron el
precio espiritual, y se llenaron de la gloria del Señor. Estos fueron
usados tremendamente de manera que se convirtieron en ejemplos dignos de
imitar.
En el libro de 2 Crónicas 6:19-21, la Palabra de Dios nos dice que el
rey Salomón en la dedicación del templo hizo una oración, leemos: "Mas
tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh Jehová Dios mío,
para oír el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti. Que
tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche, sobre el
lugar del cual dijiste: Mi nombre estará allí; que oigas la oración con
que tu siervo ora en este lugar. Asimismo que oigas el ruego de tu
siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar hicieren oración,
que tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada; que oigas y
perdones."
Luego que Jesús ascendió, sus discípulos perseveraban en el aposento
alto en oración y ruego. En el Evangelio según San Lucas 24:52 y 53,
leemos: "Ellos después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con
gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a
Dios."
En Hechos 1:14 las Escrituras nos dice: "Todos éstos perseveraban
unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de
Jesús, y con sus hermanos." Aquí encontramos a los discípulos
obedeciendo, orando, buscando la llenura del Espíritu Santo.
También observamos que el lugar de reunión, el templo, estaba abierto a
cualquier hora del día y el pueblo podía ir a la casa de Dios a orar.
Mateo 21:13 dice: "Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros
la habéis hecho cueva de ladrones"; el templo es el lugar de oración. Es
bueno orar en el hogar, en el monte, a la orilla del río; pero hay un
lugar que Dios ha designado para orar. El templo es el lugar más
indicado porque este se ha dedicado para el culto, la adoración, la
alabanza y servicio a Dios.
En el tiempo de los sacerdotes siempre había quien recibiese la ofrenda
del pueblo y a cualquier hora se encontraba un sacerdote en el servicio
a Dios. Que maravilloso sería si nosotros también pudiésemos mantener
el templo abierto para que cualquiera que quisiera fuera a orar.
Los apóstoles comenzaron a orar y alabar a Dios en el templo, sus copas
rebosaron, comenzaron a gemir y a llorar. La oración nos lleva al
quebrantamiento, a la adoración, a la alabanza y a profundidades
espirituales con Dios.
No podemos engañarnos al ir de rodillas sin tener la verdadera comunión
con Dios. No debemos ministrar sin tener la unción del Espíritu Santo.
Nosotros como ministros estamos llamados a ir de rodillas a pedirle a
Dios el mensaje que el pueblo necesita cada día. Eso se busca y se
recibe en la intimidad, en la humillación y entrega a Dios.
3. EL HOMBRE DE DIOS ES UN EJEMPLO DIGNO DE IMITAR
En 1 Timoteo 4:12-16 encontramos que la Biblia nos dice: "Sé ejemplo de
los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza… Ten
cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues habiendo
esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren."
Amado, tenemos una Iglesia que nos observa y alrededor nuestro muchas
vidas, el Cielo, Dios, el Hijo, el Espíritu Santo, ángeles, pero también
el diablo, los demonios, los vecinos, los religiosos. Satanás se da
cuenta de nuestra condición, cuando nos descuidamos, él lo sabe.
En 1 Samuel 2:22 la Biblia dice: "Pero Elí era muy viejo; y oía de todo
lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres
que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión." Los hijos de Elí
eran sacerdotes, pero eran impíos y cometían adulterio en el templo.
Ahora sabemos que no es solo estar en el templo, sino cumplir la función
para la cual fuimos llamados. Se puede tener un tremendo mensaje, pero
cuando se busca el testimonio este no respalda el mensaje.
Amado ministro, Dios le demandará por el rebaño que le ha entregado en
sus manos. Dios muestra y revela a sus siervos la condición del pueblo,
los dones del Espíritu Santo son muy necesarios para mantener el rebaño.
"Procurad los dones espirituales…" (1 Corintios 14:1).
Ministro de Jesucristo no permitas que tu corazón se cargue de los
afanes de esta vida, que matan la vida espiritual y no nos permite hacer
una buena labor como líderes, ministros y obreros del Señor Jesucristo.
"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz
de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús." (Filipenses 4:6, 7).
Tenemos que ser ejemplo en todo tiempo, busca al Señor en ayuno y
oración y tendremos su respaldo. "Sé ejemplo de los creyentes en
palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza." (1 Timoteo 4:12)
Fuente: Movimiento Misionero Mundial
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