El Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. – 1 Juan 4:14.
Ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. –Romanos 13:11.
La liberación que obtenemos por la fe en la obra del Señor Jesús es verdaderamente una “salvación tan grande”(Hebreos 2:3), y Aquel que la adquirió es el “gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). ¿En qué consiste esa salvación?
Para el creyente, sus pecados son perdonados porque Jesús los expió en la cruz. Ahí también su naturaleza culpable fue condenada y crucificada; así su alma está en paz con Dios por toda la eternidad. De esta manera es liberado del peso de sus faltas, de sí mismo y de Satanás, su acusador. Pero eso no es todo, pues Dios se encargará de su cuerpo como se encargó de su alma.
Actualmente el cuerpo de los creyentes, al igual que el de todos los hombres, está sujeto al sufrimiento, la enfermedad, y la corrupción después de la muerte, pero cuando el Señor vuelva será resucitado y glorificado. “Esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya” (Filipenses 3:20-21). Y nos introducirá, cuerpo y alma a la vez, en la casa de su Padre.
Es una salvación perfecta y completa que nunca podemos perder. Jesús dice que nadie podrá arrebatarnos de su mano ni de la mano de su Padre (Juan 10:28-29). Tengamos firmemente fundadas en Jesucristo nuestras certezas; en todas las circunstancias, conservemos el gozo de tener tal salvación y tal Salvador.
Fuente:amen-amen.net
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