• Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. – Salmo 32:8.
Después de un recorrido de 500 km. en una avioneta que nos permitió atravesar
casi toda Francia, el piloto nos enseñó en una pantalla la grabación de la
trayectoria del vuelo. La ida se había hecho de forma rectilínea, pero el
regreso no fue lo mismo. Los múltiples cambios de rumbo, las curvas y los
retornos revelaban las dificultades que el piloto había encontrado debido a las
condiciones climáticas.
Si los instrumentos modernos nos permiten verificar a cada instante el camino
recorrido, también sabemos que Dios ve todos nuestros pasos. “Vigiló
todas mis sendas”, decía Job (Job 33:11). Y nos invita a hacer
“sendas derechas” para nuestros pies (Hebreos 12:13).
Bien reconocemos que a menudo las dificultades de la vida nos han obligado a
hacer rodeos. Nos fuimos a la derecha o a la izquierda para esquivarlos o para
buscar socorro. Además, las distracciones y los múltiples centros de interés que
ofrece nuestra sociedad podrían hacernos desviar del camino por el cual Dios
quiere que andemos, para su gloria y nuestra felicidad.
¿Cuál es ese camino? Jesús dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida” (Juan 14:6). ¿A dónde nos conduce? Hacia Cristo en la
gloria (Hebreos 12:2). ¿Cómo distinguirlo entre tantos caminos? Leyendo la
Palabra de Dios, la Biblia. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y
lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105).
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