viernes, 13 de julio de 2012

¿Es Grave, Doctor?


Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. – Isaías 53:4-5.
A nadie le gusta estar enfermo. Quien sabe que está afectado por una enfermedad que puede causarle la muerte tiene razones para estar intranquilo. Algunos parece que toman la cosa a la ligera para no pensar en ella. Pero si hay un remedio, ¿Quién no haría caso del diagnóstico? La Biblia nos dice que por haber desobedecido a Dios todos estamos enfermos, y que esta enfermedad es mortal. ¡Realmente es una mala noticia! Así que, lo queramos o no, lo reconozcamos o no, todos estamos bajo el peso de una terrible condenación.

¿Se debe negar la evidencia y rechazar la advertencia, mientras Dios nos dice que él dio el remedio para salvar al enfermo? Él dio a Jesús, el Salvador, quien se encargó de nuestros pecados. Jesús aceptó ser castigado en nuestro lugar y pagó por nuestras faltas como si fuesen las suyas. Aún más, Jesús fue hecho pecado por nosotros (2 Corintios 5:21) y fue condenado como tal por Dios mismo. Sustituyó al hombre culpable y sufrió las consecuencias muriendo en la cruz.

Jesús no sólo murió, sino que resucitó y ahora está vivo, habiendo dejado en la tumba, por así decirlo, el veneno que nos contaminaba. La muerte ya no tiene ningún poder. Así, el que cree en Jesús está liberado de su culpabilidad y estará unido a Cristo por la eternidad. ¿Cómo se manifestará esta realidad en los pormenores de mi vida?

Fuente:Amen-amen

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