lunes, 13 de febrero de 2012

¿Lo Volveré a Ver en el Cielo?

El médico llegó a la casa de un comerciante de la ciudad, cuyo hijo único pronto iba a morir de una enfermedad incurable. Penetró en la silenciosa habitación donde los padres asistían en una muda angustia a los últimos momentos de su hijo.
Un momento más tarde el moribundo abrió los ojos y, mientras una hermosa sonrisa iluminaba su rostro, tendió su delgada mano al médico, diciéndole: –Adiós, doctor, ¿volveré a verlo en el cielo?
 La pregunta del enfermo alcanzó al médico como una flecha. Por primera vez en su vida este hombre entendió que ser cristiano no es un ideal vago, sino una inquebrantable certeza. Permaneció en pie observando silenciosamente el apacible rostro del moribundo, iluminado por una sonrisa cual nunca antes había visto. Después de un débil murmullo el niño se reunió con su Salvador. Durante las semanas siguientes una terrible lucha se entabló en la mente del médico. La mirada apacible de ese niño lo llevó a comprender que realmente se puede poseer a Jesús como Salvador.
¿Desea usted poseer la paz reflejada sobre ese rostro que tanto impresionó al médico? Ante la muerte no hay falsos pretextos; sólo cuenta la realidad. Si la fe en Dios sólo fuera una actitud psicológica, no resistiría en esos momentos difíciles. ¡Cuántos ateos han muerto en horrorosas angustias!
Jesucristo no sólo quiere acompañarnos para atravesar la muerte, sino que también quiere ser nuestro guía durante toda la vida.
 

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