jueves, 22 de diciembre de 2011

Todos en la vida somos constructores

Rev. Gustavo Martínez Garavito
La mayoría de la gente no construye pensando en el futuro, construye pensando en el momento, en el presente, por eso no hace mucha previsión.
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”,Mateo 7:24-29.
La Biblia dice que: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”, Salmo 111:10. La sabiduría que viene de lo alto, que viene de Dios, se inicia cuando tenemos en nuestro corazón ese temor reverente hacia nuestro Creador. Bajo ese temor empezaremos la construcción de nuestra vida.
Para iniciar la construcción de nuestra vida es necesario conocer el tipo de materiales que vamos a usar como base, como fundamento, porque luego vamos a edificar el resto de nuestra vida, pensando siempre en el futuro. La mayoría de la gente no construye pensando en el futuro, construye pensando en el momento, en el presente, por eso no hace mucha previsión, la mayoría no provee un movimiento sísmico, o cualquier fenómeno natural que se pueda presentar. Utiliza entonces cualquier material y construye su casa de cualquier manera; por eso que cuando viene un movimiento muy duro, su casa se cae y entonces lo que resulta es ruina, desolación, confusión y también muerte.
Por eso cuando vayamos a colocar las bases para una construcción debemos buscar el material más resistente, menos vulnerable, más sólido para que la construcción resista las dificultades que se puedan presentar. En el transcurso de la vida habrá muchas dificultades.
“Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y seca”, Salmo 90:5-6. El salmista dice que la vida del hombre es como la hierba que crece en la mañana y que por la tarde es cortada y echada al fuego, así es la vida del hombre, hablando de lo breve que es. Se dice que los hongos sólo necesitan seis horas para crecer, entonces miramos que hay ciertas cosas en la vida que como la yerba no demora mucho tiempo, nace por la mañana y por la tarde ha crecido y también es cortada.
El salmista dice que: “Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son  ochenta años; con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos”, Salmo 90:10. La Biblia también dice que la vida del hombre “es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14). Esa es la vida del hombre, es prácticamente por un breve tiempo; debemos entonces prestarle mucha atención, ya que el paso por esta tierra es corto y un día tenemos que presentarnos ante el Creador del universo, ante el que nos permitió llegar a esta tierra, porque no somos el producto de la casualidad, ni de la evolución, sino que somos el producto del plan de Dios.
Dios nos ha traído a este mundo con un propósito, nos ha dado vida aunque corto pero con un propósito de Dios, y debemos de ser entendidos en cuanto a la buena voluntad de Dios agradable y perfecta, el salmista ora y dice: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12), eso es lo que nosotros debemos tener en cuenta, es que nuestra vida es corta y un día nos presentaremos delante Dios para dar informe de lo que hicimos mientras estuvimos en este cuerpo haya sido bueno o malo.
Mateo 7: 24-29 nos habla de dos constructores, de dos personas, dice que ambos tenían un plan de construcción, todos con una visión, una meta, construir una casa aparentemente idénticas. La actitud de ellos es la que va a hacer la diferencia, la que nos mostrará el final de ellos. Uno es prudente, el otro es insensato; uno es el que prevé, que piensa, que reflexiona, que no toma a la ligera las cosas, sino que edifica sabiamente, siguiendo la dirección, la orientación, por eso nuestro Señor Jesucristo nos habla aquí y dice: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca”(Mateo 7:24).
Los dos han sido instruidos, los dos han recibido una orientación, se les habló de los peligros, se les habló de los materiales, se les puso todo a su disposición, pero cada uno podía escoger y hacer uso de la orientación o hacer caso omiso de la misma. Dios le ha dado la facultad al hombre de escoger entre la vida o la muerte, de obedecer o desobedecer, de seguir las instrucciones de Dios o ignorarlas, el hombre es libre en su elección. El hombre puede decidir abrirle el corazón a Dios, puede obedecerlo, seguir su Palabra, seguir sus instrucciones o puede cerrar su corazón y vivir conforme a su parecer, conforme le plazca.
Pero aquí vemos que uno de los dos edificadores dice: “Voy a construir para el futuro, voy a edificar conforme se me ha enseñado”. Entonces son puestos a prueba, y se prueba la solidez, de ambas casas, de ambas conductas, de ambas decisiones. Y entonces “descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa” (v. 25 y v. 27),entonces el hombre sabio, el hombre previsor que sabe lo que está haciendo, que sabe construir, es un hombre que su casa está “fundada sobre la roca”, sobre un fundamento sólido; el hombre insensato que edifica de cualquier manera, que no prevé el futuro, que no reflexiona, que no piensa lo que puede ser el día de mañana, es el “que edificó su casa sobre la arena”, un fundamento vulnerable, inestable, parece firme en el momento; eso es cuando uno edifica su vida, puede ser sobre las riquezas, sobre los placeres, sobre todo lo que el mundo le ofrece y no edifica su vida sobre la única roca inconmovible que se llama Jesucristo.
También dice la Palabra, leemos: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican…” (Salmo 127:1), si Dios no edifica la casa, aunque los trabajadores o los edificadores se esfuercen en vano trabajan; también la Biblia dice que: “Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores…” (Salmo 127:2). Es decir, que sin la bendición de Dios, por mucho que nos afanemos, por mucho que nos esforcemos, por mucho que queramos hacer las cosas no pueden salirnos bien, la única garantía es cuando estamos edificando en Cristo, cuando estamos edificando en el fundamento de la verdad.
La familia en la actualidad está haciendo atacada, aunque siempre fue atacada, desde el principio el enemigo ha querido destruirla. Lo negativo en el mundo, en nuestros pueblos, en nuestro vecindario, no es más que el resultado de la destrucción del núcleo familiar, se han perdido los valores, y los principios. No hay un ejemplo, un modelo a seguir, que sea de responsabilidad, de respeto, honorable; a veces, lo que tiene al frente es un padre irresponsable, borracho, que está en vicios, cautivo por una obra demoniaca; o a una madre en la misma condición, que viven peleándose desde la mañana hasta el anochecer, donde hay golpes, ultrajes, violencia, y toda clase de atropellos, eso es lo que los niños desde sus primeros días empiezan a oír y a ver.
¿Cómo podemos exigir y esperar tener una sociedad, una niñez o una adolescencia o una juventud diferente a la que hoy tenemos? Si el núcleo familiar, si el hogar, si la familia están destruidos, no hay estabilidad, ¿por qué? Porque la gente está edificando conforme al designio de su corazón, le han dado la espalda a Dios, siguiendo vana filosofía, siguiendo huecas religiones que le han alejado más bien de Dios. Incluso, no hay ejemplo en los que nos gobiernan; entonces, ¿qué se le puede exigir a esta sociedad?
¿En qué mundo estamos viviendo? Se pregunta la gente cuando ocurren asaltos, asesinatos violaciones, entre otros males de la sociedad. Países civilizados, aparentemente muy adelantados y que cualquier hombre armado en la calle le apunta a una multitud y mata a varias personas de un momento a otro, países que aparentemente todo lo tienen y uno dice: ¿Por qué tantos locos? Como los casos que se han dado, puede ser en un colegio, o en una universidad, o en un lugar donde concurren muchas personas y se presenta una persona armada y dispara y deja a su paso a muchos heridos y muertos, ¿qué está pasando? Que la gente está lejos del Señor, que no tienen conocimiento de Dios, no le han querido dar el corazón a Dios, pero el Señor sigue diciendo a la humanidad: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
El hombre cuando está en la esfera de la política, en el momento de ser candidato promete todo, y la gente le cree, y le sigue; pero son sólo promesas de hombres, son sólo palabras, porque allí no hay fundamentos, allí no hay solidez, porque el hombre es como la hierba del campo que hoy es y mañana no es, porque el hombre está construyendo sobre un fundamento totalmente movedizo, como la arena, vulnerable; pero hay una roca donde se puede construir, y donde se construye no sólo momentáneamente para esta vida, sino también para vida eterna, y ese es Jesucristo.
¿Cómo puede entonces una familia en este siglo XXI mantenerse estable? Sólo cuando le abren su corazón a Dios, sólo cuando se rinden a Él y le aceptan como Señor y Salvador de su vida, de su alma, como el único que le puede dar estabilidad a su hogar se puede mantener una familia estable. Una familia estable es la que honra a Dios, que abraza la Palabra, que abraza los mandamientos, que sigue las instrucciones del Todopoderoso, esa es una familia sana, esa es una familia estable, libre de alcohol, libre de drogas, libre de brujerías, libre de vicios, libre de cadenas.
 La familia estable, es la que se mantiene en medio de las circunstancias, firme como se mantuvo el hogar de Noé, en medio de una generación perversa, de una generación que se habían olvidado de Dios, de una generación que le habían dado la espalda a Dios, pero a pesar de todo eso había un hombre que cada día oraba, que dependía y amaba a Dios. Noé no solamente invocaba a Dios con sus labios, sino que lo hacía de corazón, y aunque todos los demás se habían depravado, se habían ido tras el placer, este hombre se mantuvo fiel con su esposa y con toda su familia, y fueron preservados, fueron salvados, todo lo demás pereció, pero esta familia sobrevivió, esta familia estuvo allí, porque estaba fundada sobre el fundamento poderoso de Dios, el fundamento inconmovible.
¿Cómo puede permanecer una familia sólida en este tiempo? Solamente en Cristo, alejados de la prostitución, de tantos desvío sexual, de tanta delincuencia, de tantas cosas que el mundo les puede ofrecer sólo si está refugiada en Cristo, y sólo si los padres les dan buen ejemplo a sus niños, dignos de seguir, ven a un hombre, a una mujer integra, honesta, que respeta a Dios, que respeta a las autoridades, que respeta a su prójimo, que honra los principios de la Palabra, que no vive codiciando, que no vive anhelando lo que el vecino tiene, que no vive pendiente de tantos males, es esa familia que está amparada en Cristo Jesús, que su fundamento es Dios, que no vive por vivir, vive sabiamente, sabe que un día se tiene que presentar delante del Dios Omnipotente. “Ytodos bebieron la misma bebida espiritual;porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”(1 corintios 10:4).
“Descendió lluvia”, por supuesto que vinieron lluvias. La lluvia viene de arriba, y eso lo podemos ver como los pensamientos. Somos atacados constantemente a través de los pensamientos, por eso tenemos que tener el yelmo de la salvación, porque Satanás constantemente dispara dardos envenenados, dardos destructivos, lo primero que ataca es la mente, porque sabe que allá es donde se gana o se pierde, el mal empieza en la mente. Un pensamiento corrompido, un pensamiento malo, primero llega a la mente. La mente es como la puerta de nuestra casa, cualquiera puede llegar a nuestra casa y tocar la puerta, llamar la atención de los que están adentro, pero es adentro donde se decide abrir o no, nadie puede evitar que cualquiera llegue a la puerta de su casa y toque o llame, nadie puede evitar que lleguen pensamientos, pero si estamos fundamentados, si nuestra mente está gobernada por Cristo, si nuestra mente está fundamentada por los principios de la Palabra, en la santidad, entonces les decimos ¡fuera! ¡No insista!
Aunque vienen dardos envenenados del maligno, vienen también las preocupaciones. Pueden venir pensamientos que nos llevan a preocupar, que tratan de ponernos vulnerables, hacernos pensar qué será de mañana, nos llena de aflicciones. Todo eso viene a través de la mente, por eso lo primero que dice la Palabra es que: “Vendrían lluvias contra aquella casa”. Vienen pensamientos, vienen ataques a nuestra mente, que nos traen recuerdos, que nos traen el pasado, que nos traen una cantidad de cosas, que nos ponen a la intemperie, que nos quieren hacer ver que no estamos en nada, que nos ponen vulnerables.
Pero también dicen que “vinieron ríos”, y los ríos están ubicados en la tierra, y esto nos está hablando de las pasiones humanas. Los ríos en ocasiones se desbordan y cuando eso sucede destruyen, y arruinan lo que está a su paso. Cuando la gente no está en Cristo, y dejan que sus pasiones se desborden, se desencadenan cantidad de males. Cuántos niños en las calles, sin padre y sin madre, por el resultado de pasiones desordenadas, desbordadas. La prostitución es un ejemplo de las pasiones desbordadas, el homosexualismo es un ejemplo de ello, que se le ha dado riendas sueltas, todo eso está mostrando que vienen ríos fuertes que golpean fuertemente contra la familia, contra el hogar.
Todos estos males también golpean a la familia cristiana, pero como está en Cristo, esos fundamentos, esos principios de la Palabra no permiten que la familia cristiana sea destruida. El Señor dijo que somos la luz del mundo, que somos la sal de la tierra, y que debemos estar arriba para alumbrar, para ser testigos, para enseñarle a la gente y a este mundo que se puede vivir en este mundo contaminado desbordado en sus pasiones; que todavía hay familias honestas, que todavía hay hogares en santidad, que todavía hay hijos criados con el fundamento de la Palabra. La Biblia dice: “Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”(Romanos 13:12-14).
“Y soplaron vientos”. Hoy más que nunca están soplando vientos de oportunismo maligno, en medio de tanta avalancha y confusión el hombre ha quedado sin saber adónde acudir, a quién ir o a quién llamar. El maligno ha encontrado una gran oportunidad para levantar a hombres que siembran confusión inventando doctrinas falsas. El Señor había anunciado que “se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24); también dice la Biblia “que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrina de demonios” (1 Timoteo 4:1).
La apostasía comienza en el corazón de la persona, cuando la persona empieza a perder el celo, el nivel espiritual, la santidad, el temor de Dios; cuando se presta atención a maestros falsos, a doctrinas falsas, a doctrinas de error, a doctrinas inventadas por demonios. Entonces viene contra la casa: las lluvias, los ríos, los vientos fuertes huracanados que la golpean; el propósito de ese ataque es para destruirla, acabarla, arruinarla, y que no quede nada bueno. Pero el Señor dijo: “Las puertas del Hades (infierno) no prevalecerán contra ella (la iglesia de Jesucristo)” (Mateo 16:18). Contra la familia de Cristo, no hay diablo, no hay hombre, no hay profeta falso, no hay maestro falso, no hay confusión, no hay nada que pueda destruirla.
 
La iglesia de Jesucristo, los escogidos de Dios, están en las manos del Señor, Él dijo: “Y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10: 28), porque la iglesia está fundada en Cristo Jesús. La permanencia de esta construcción o de estas casas no es por la belleza externa, tampoco es por tener una buena fachada, es debido al fundamento con que ha sido construido. Se puede ver una casa muy linda externamente, pero puede ser la más vulnerable, porque no tiene bases, fundamentos sólidos, entonces no es cuestión de algo externo, la garantía para permanecer es estar edificados en el fundamento sólido, eso es lo que la garantiza.
Hay personas que hablan, oran y predican muy bonito, se muestran muy buenos y hasta haciendo obras de caridad; pero muchas veces es un cristianismo falso, superficial, donde no está el verdadero fundamento; su fundamento es el humanismo, su fundamento es una simple religión donde no está Cristo, y lo que no esté fundamentado en Cristo no puede permanecer. Toda casa que no esté construida en Cristo Jesús no puede sobrevivir, no puede permanecer.
La iglesia, la familia y la vida (persona) que esta edificada en Cristo es una que puede superar las pruebas, las dificultades, que pase lo que pase, a pesar de las inclemencias del tiempo, de las circunstancias y los ataques permanentes del enemigo. ¡No habrá quién la pueda destruir! El Señor dijo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace (las obedece), le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24). Debemos oír, debemos prestarle atención y sobre todo debemos obedecer la Palabra de Dios.
Hebreos 4 dice que los israelitas “no les aprovecho el oír la Palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron” (v.2); “así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17). Esta es la Palabra quele produce fe en su corazón, y esa fe que le lleva al arrepentimiento, y el arrepentimiento lo llevara a una conversión, a un cambio de vida, a tener un encuentro real y personal con Dios; y cuando Cristo entre a su vida no importa el vicio ni la degradación moral, Cristo le levanta del polvo, de la miseria, de la destrucción, de la degradación; Cristo puede reconstruir su vida, reconstruir su familia, reconstruir su hogar, Cristo puede cambiarle.
El verdadero fundamento, la verdadera felicidad, el verdadero gozo es el que produce la presencia de Cristo en el corazón del hombre, no es un gozo momentáneo, como el que produce el dinero, como el que produce el aumento del sueldo en su trabajo ¡no! Esto es más que eso, es un gozo permanente, que aunque haya aflicción y circunstancias adversas habrá gozo y paz en medio de la tormenta.
Pero el hombre insensato es el que construye en la arena, sobre lo fácil, sobre emociones, sobre conceptos humanos, sobre caprichos, sobrefilosofías huecas y vacías, sobre religiones, y sobre compromisos carnales; ese es el hombre insensato, es el que construye muchas veces por competir. Hay los que hablan de Dios por conveniencia, por rivalidad, para hacer daño a sus semejantes, lo que hacen es destruir, demostrando que en sus corazones no está Dios, su fundamento es otra cosa, es temporal, es carnal, por eso su ruina será grande.
Insensato fue el pueblo de Israel, que después que Dios lo libertó de las cadenas de opresión de Egipto, después de hacerlo un pueblo libre, luego que vinieron las dificultades en el desierto desearon volver a Egipto, porque anhelaron los ajos, las cebollas, porque anhelaban cosas elementales, pasajeras. Mas fueron sabios aquellos hombres como Josué y Caleb, que se mantuvieron y dijeron: ¡Con nosotros está el Señor, con nosotros está el que es más poderoso que cualquier ejército del mundo! Se mantuvieron en el desierto, creyéndole a Dios. Ese es el hombre sabio, el hombre que de verdad ha creído a Dios, prudentes fueron porque a pesar de las lluvias, a pesar de los ríos, a pesar de los vientos contrarios, se mantuvieron fieles siguiendo al Señor, sin dudar, sin vacilar, sin desviarse a la derecha ni a la izquierda, sólo poniendo la mirada en el Dios Todopoderoso.
Por eso la iglesia en medio de las dificultades, en medio de ataques, en medio de críticas, en medio de difamaciones, en medio de desprecios, en medio de calamidades, seguirá avanzando, no se detiene, no se desvía, sigue avanzando porque tiene la mirada puesta en Cristo Jesús. La iglesia marcha creyendo que Dios es fiel, que es poderoso, que no falla, que no es una religión, que no es un hombre, que no miente, que es real, que es el creador del universo; y creyendo en Sus promesas y abrazándolas, y yendo en medio del desierto, en medio del calor y en medio de la desaprobación de otros.
“Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca”, Mateo 7:25. Cristo es la Roca, Cristo es el fundamento de nuestra vida. “Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados, en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”, 2 Corintios 4:8-9. “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”, Salmo 121:1-2.
Amigo, Jesús es la solución, Él es la respuesta, Jesús puede enderezar lo torcido, Él puede levantarlo de la miseria,  sacarlo del vicio, puede romper las cadenas que lo atan a lo malo, puede destruir las obras del diablo, puede destruir la hechicería, puede destruir toda ruina. Jesucristo hoy puede darle vida, porque Él es el único fundamento. Amén.

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