lunes, 12 de marzo de 2012

Purim, una celebración alegre con trasfondo triste

Purim, que se festeja en marzo (y algunas veces, a fines de febrero), recuerda un episodio que constituye una tragicomedia en la Historia del pueblo judío. Tragicomedia de la cual los judíos, generalmente, preferimos olvidar la parte trágica, y nos concentramos en celebrar con grandes festejos la parte de comedia y el “happy end” o desenlace feliz con que termina.
La historia de Purim está relatada en los diez capítulos del Libro de Ester, uno de los más tardíos que se integraron a la Biblia. Los hechos tuvieron lugar en el antiguo reino de Persia (hoy Irán), principalmente en su capital de otrora Shushán o Susa (ahora reducida a restos arqueológicos) ocurrieron a mediados del siglo V a.C., vale decir, luego que en Jerusalén había sido destruido el Primer Templo, y edificado ya el Segundo.
El nombre Purim es el plural hebreo de una voz persa, pur (“rifa” o “sorteo”) y se lo menciona varias veces en el Libro de Ester (3.7 y frecuentemente a fines del capítulo noveno), pero en ningún otro de la Biblia.
Según su fecha en el calendario hebreo, Purim se celebra el día 14 de Adar. Pero teniendo en cuenta que los judíos de Susa misma lo festejaron un día más tarde, el día 15 (llamado por eso Shushán Purim), quedó establecido que los judíos de aquellas ciudades, que ya estaban rodeadas de murallas en tiempos de Josué, cuando los hijos de Israel recién iniciaban la conquista de Tierra Santa, celebrasen Purim el día 15 en vez del 14. En el Estado de Israel, hoy día esto se aplica principalmente a su capital, Jerusalén.
Recordemos también lo que hemos visto al hablar del calendario hebreo: que algunas veces el año judío cuenta con dos meses de Adar, cuando se agrega el decimotercer mes del año embolismal. En tal caso, Purim se festeja en el segundo mes de Adar, o Adar Sheni
Mordejai y EsterEntre los judíos que vivían en Susa, la capital del extenso imperio persa de aquellos tiempos, también se hallaba Mordejai, un descendiente de los cautivos que Nabucodonosor llevó al exilio todavía varios años antes de la destrucción del Templo de Jerusalén. El nombre Mordejai nos indica que la familia ya se había asimilado bastante a las costumbres locales, porque denota un claro parentesco lingüístico con el ídolo babilónico Marduk que se adoraba por aquellas latitudes. Así como también lo revela el nombre de Ester - que evoca a la antigua diosa Istar o Astarté - la joven parienta de Mordejai; huérfana de padre y madre, cuya crianza y educación habían quedado a cargo de éste. Y aunque previamente la muchacha había tenido un nombre hebreo; Hadassá (“mirto”), éste quedó relegado al olvido desde que la joven se presentó como candidata a esposa del rey persa, y posteriormente, cuando resultó elegida como reina. “No declaró Ester (cuál era) su pueblo y su ascendencia, porque Mordejai le había ordenado que no lo dijera” (Ester 2.10). Y si quería ocultar ante todos que era judía, lo primero que había que disimular, por supuesto, era su nombre hebreo...
Una costumbre típica de Purim, ya indicada en el mismo libro de Ester (9.19) es el así llamado Mishlóaj manot (ish lereéhu, “Envío de manjares (cada uno a su prójimo)”. Unas a otras, las diversas familias se envían diferentes platos, generalmente de cosas dulces (pasteles y parecidos), entre los que se destaca uno característico de Purim, Oznei Hamán (“orejas de Hamán”), unas empanadas dulces de forma triangular. Entre los judíos ashkenazitas también se
las suele denominar Kréplaj cuando van rellenas de queso blanco, de verduras o de carne picada. Portadores de estos obsequios culinarios suelen ser los niños de cada familia.
Otra tradición de Purim es la de Matanot 1a-evionim, “obsequios para los pobres”, destinada a que también éstos puedan celebrar la fiesta con alegría. Los regalos pueden consistir en comestibles, o bien directamente en dinero, que suele llamarse Maot Purim, “dinero de Purim”.
Todas estas costumbres están animadas por el propósito de celebrar Purim como “día de banquete y de alegría” (tal cual ya lo indica el mismo Libro de Ester en 9.17), para todos sin excepción, así sean ricos o pobres. Pero no es sólo esto, lo gastronómico.
Purim también va asociado al así llamado Purimshpil, el “Juego (o representación) de Purim”, en el cual, a partir de la Edad Media, solían representarse ante el público diversos episodios de la historia de Purim, como por ejemplo el ajusticiamiento de Hamán mediante un muñeco que llevaba inscrito este nombre y que era colgado de una horca, o quemado.
Estas representaciones fueron ampliándose con el correr del tiempo, también se las acompañó de canciones alusivas y con músicos que tocaban en sus instrumentos las melodías adecuadas; y todo esto constituiría, más adelante, el fundamento sobre el cual fue estructurado el ulterior teatro judío, por una parte, y la música judía en su expresión moderna, por la otra.
Asimismo, se vincula con Purim la costumbre de disfrazarse en esta fecha, (por influencia, también, del Carnaval de los cristianos, que cae por la misma época del año). Primero, para representar a Mordejai, Ester, el rey Asuero, Hamán y a otros personajes de la historia de esta fiesta; y más adelante, con disfraces de cualquier otra índole.
Hoy en día, tanto en Israel como en la Diáspora, la celebración de Purim fuera de nuestras sinagogas hace recordar, en diversos aspectos, al Carnaval del mundo cristiano: bailes de disfraz, grandes orquestas, concursos de máscaras, elección de reinas de la belleza (“Reina Ester”, “Reina Judit” y sus respectivas damas de la corte), y muchos otros detalles más.
En el Estado de Israel, durante un tiempo, solían recorrer las calles de algunas ciudades desfiles de disfraces y alegres comparsas, festejo que se dio en llamar Adloiadá, “Hasta que no sepa”, nombre tomado de una disposición talmúdica que por única excepción en el año permite al judío tomar vino en Purim “hasta que no sepa” distinguir entre Mordejai y Hamán, es decir, hasta emborracharse.
Ultimamente, empero, debido a las guerras que sobrevinieron en Israel una y otra vez, y por respeto a las familias que la muerte de sus hijos en el frente dejó enlutadas para siempre, se moderó esta costumbre de los desfiles de disfraz del Adloiadá por las calles, y su celebración se volvió tan sólo esporádica.
En Israel, para Purim, suelen disfrazarse no sólo los niños sino también los mayores, y podríamos dejar a cargo de los psicólogos la explicación de lo que un disfraz significa para su portador: un evadirse de la rutina cotidiana, la aspiración íntima de llegar a ser en la vida algo diferente de lo que uno es, etc.
Pero en medio de todos estos alborozados festejos de Purim, con sus banquetes, disfraces, concursos de máscaras y desfiles, no olvidemos que en esencia solamente expresamos con todo esto el desahogo de un pueblo que ya estaba condenado a muerte, y que de un modo milagroso logró zafarse a último momento de la fatal sentencia.
(Extraído del libro “Fiestas y tradiciones judías” del Prof. Heriberto Haber, z”l, editorial Aurora)

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